Solidarios involuntarios

 La educación pública es instrumento de adoctrinamiento y hegemonía cultural socialista

Adónde va un país de donde emigran universitarios bien formados en disciplinas básicas e idiomas, porque no encuentran trabajo digno y recibimos muchos más inmigrantes que no tienen formación ni trabajo, menas incluidos, y no se sabe que hacer con ellos? Comercio ilegal, adolescentes que ni se instruyen ni trabajan, porque no hay instituciones ni recursos, jóvenes victimas que desembocan en la delincuencia porque no tienen modelo de vida.

La educación en nuestro país está abandonada, por el imposible acuerdo de los partidos estatales de gobierno, PSOE y PP. Para cualquier observador neutral, nuestras cifras de abandono escolar, superiores al 15% y del paro de menores de 26 años, superior al 28%, evidencian el fracaso del sistema educativo, y una falta de adaptación al mercado laboral. En estás páginas hemos tratado los factores que influyen en el fracaso educativo público: desgobierno universitario; mediocridad de rectores; abuso de rankings y métricas; deficiente selección y evaluación del profesorado de enseñanzas primaria y secundaria; la farsa del acceso a la universidad; desorientación del bachillerato; desaparición del esfuerzo estudiantil; falta de compromiso del profesorado; tergiversación del aprendizaje como medio de obtención del título; paulatina y general bajada del nivel de exigencia.

La desconexión entre la academia y la sociedad, presente en la formación profesional, culmina en la maestría (master) y el doctorado. Hay un factor primario y profundo, el estancamiento de disciplinas y las rigideces de las titulaciones. En los grados se forma bien a los estudiantes sobre contenidos básicos aislados, pero la conexión interdisciplinaria es inexistente, ignorada por muchos profesores, que suelen pasar toda su vida académica trabajando en lo mismo.

La realidad siempre es compleja. No hay problema real de ingeniería, biología o salud, donde no haya economía, sociología y psicología, porque hay que gestionar recursos humanos y presupuestar, por no hablar de la informática y los idiomas, con la digitalización y globalización. Sin embargo las materias se enseñan estancadas, sin transversalidad. Es llamativo, que las empresas en España no valoren la maestría y el doctorado. En los países avanzados, se valoran y pagan.

El doctorado en nuestro país, fuera del sector académico es irrelevante, sin aprecio ni demanda, no sólo por el pequeño tamaño del sector empresarial, también porque los temas de investigación están alejados de la empresa, ¿quién los va a dirigir, si el profesorado está encerrado en sus temas, desconectado de la vida empresarial y no tiene incentivos para hacerlo? La universidad añade muy poco valor a la producción empresarial, porque está desconectada. Parte de responsabilidad la tienen los criterios de las evaluaciones de las agencias de calificación, dirigidas y gestionadas casi totalmente por políticos y gestores que ignoran la realidad interdisciplinar. Sus indicadores de calidad están diseñados como si la mayoría de los titulados fueran a ser académicos, que ya no lo van a ser, deberían orientarse mejor al mercado laboral. En Alemania esto lo hacen muy bien, basta copiar y adaptar, también la formación profesional.

La empresa no confía ni valora el posgrado en general, que genera temas de investigación puramente académicos, en lugar de adiestrar, en parte, en problemas reales. No se aborda la investigación próxima a la realidad porque nadie quiere asumir riesgos, no hay incentivos y no hay contacto universidad empresa, que debería ser objetivo prioritario de los dirigentes.

Los doctorados con menciones de calidad no tienen alumnos suficientes porque en la empresa no interesan, y como el sector público contrata poco, casi no tienen alumnos. Los casos de plagio y turbios doctorados de políticos que aparecen en prensa, en parte están motivados porque los programas necesitan buscar alumnos ficticios para alcanzar el número mínimo. Doctorados regalados a políticos para lucimiento, o para aterrizar en la Universidad, si no salen elegidos en alguna lista, existen. Son doctorados ‘negotium causa’, políticos, como también lo son los ‘honoris causa’.

España se convierte en solidario involuntario de los países avanzados. Pagamos con nuestros impuestos la formación para que emigren nuestros titulados, bien formados en el conocimiento básico, a países más atentos a la interdisciplinariedad, y los aprovechan, mientras que aquí se desperdician malviviendo con trabajos que poco tiene que ver con su formación.

Artículo publicado en Las Provincias

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