Miles de sindicalistas, 28.000 liberados contribuyen a la ruina nacional financiados con nuestros impuestos.
Los gobernantes de los países prósperos apoyan prioritariamente a la iniciativa privada; en los comunistas, al sector público y la falta de libertad es lo que aumenta. La riqueza de los países procede esencialmente de la iniciativa privada, si el Estado sustituye la iniciativa individual llega la ineficacia, el derroche y la corrupción. J.M. Keynes, que no era liberal, pero sí hombre de Estado, recomendó en 1930, que en época de crisis de demanda, como ahora se deben bajar las cotizaciones laborales para ayudar la supervivencia de las empresas, estimular la demanda privada y la inversión productiva, no aumentando el improductivo sector público. Donde hay prosperidad, los sindicalistas no aparecen en los medios, nadie los conoce, mientras aquí omnipresentes, ejercen de organizaciones socialistas dedicadas al crecimiento del sector público y sus privilegios. No debemos financiarlos con dinero público, no queremos salvadores de imaginados malvados patrones, ni que apoyen a los separatistas a cambio de subvención. No representan ni al 10% de empleados, sus afiliados deben financiarlos. La hegemonía cultural socialista impregna la forma de pensar con la propaganda y la educación politizada, socialistas “inconscientes” actúan de acuerdo al dogma socialista sindical de aumento permanente del sector público. Las organizaciones públicas, empiezan adoptando mensajes socialistas como verdades: la educación no puede ser un negocio; la actividad pública es preferible a la privada; la búsqueda del beneficio es sospechosa; el Estado es preferible a la empresa porque ésta genera desigualdad; los impuestos son buenos porque permiten servicios sociales esenciales para todos;…, un listado de falacias socialistas que propagados calan como lluvia fina en las mentes adormecidas. La consecuencia es un Estado que se mete en todo, nos priva de libertad y nos endeuda. La propagación de estas ideas se acentuaron cuando llegó Zapatero, el PSOE abandonó la socialdemocracia, unidos a comunistas y separatistas cuyo principal objetivo es destruir España. Lideramos establemente las cifras de paro juvenil y de mayores de 48 años en la OCDE. ¿Por qué? Fallan instituciones y gobernantes. Las instituciones relevantes son: sistema educativo, gobiernos y sindicatos. Nuestra separación de poderes es aparente y oligárquicas leyes electorales y de partidos nos endosan listas electorales cerradas y bloqueadas. La educación pública politizada propaga ideología dirigida por principios de suma cero, de ganadores y perdedores: el emprendimiento y la iniciativa privada son sospechosos, lo conveniente es lo público, cuanto más Estado mejor, porque nos protege del empresario explotador. Los gobiernos socialistas derrochan gasto, aumentan la deuda pública, redoblan impuestos a los autónomos paralizando la iniciativa privada. Los sindicatos UGT y CCOO representan al 8% de empleados, sus ideas de defender convenios sectoriales frente a los de empresa generan rigideces y aumentos de cotizaciones sociales, acaban arruinando las pequeñas empresas -el 83% del total- La menguante flexibilidad acaba obligando a cerrar empresas aumentando el paro. Los gobiernos socialistas/separatistas actúan a favor de los que les votan y contra los que no lo hacen, ejerciendo una tiranía que favorece el aumento de empleados públicos, obstruye, evitando ayudas y aumentando impuestos a la actividad privada generando desempleados, auténticos olvidados de sindicatos ideológicos. Zapatero hizo comunista al PSOE, y Rajoy hizo del PP una miscelánea socialdemócrata, con impuestos socialistas y renuncia a los valores liberales – invitó a que se fueran del PP y nació VOX-, no apoyó la natalidad, ni el cumplimiento de la ley en Cataluña. Las cuotas de afiliados a sindicatos no alcanza ni para pagar las facturas de la luz, representan a pocos, son organizaciones socialistas al servicio de gobiernos socialistas y separatistas, para recibir subvención del presupuesto público. Sus métodos de actuación son coacción, amenaza, y si no consiguen los objetivos, el ejercicio consentido de la violencia callejera. Auténticos destructores de empleos privados, y de aumento del sector público, generadores de deuda pública, artífices relevantes de la ruina nacional. Hay sindicatos profesionales independientes, como USO, pero no son mimados por el socialismo separatista. Los afiliados a sindicatos “mayoritarios” sintonizan con Podemos y separatistas/comunistas, arremeten y manifiestan contra los privilegios del Rey de España, sin embargo, callan la vergüenza que significa la existencia de liberados sindicale, miles de sindicalistas que viven de la ideología política sin trabajar.
Artículo publicado en Las Provincias