Rectores enjaulados

Faltan buenas bibliotecas, sobran gastos de imagen; sobran administrativos y falta asistencia a profesores e investigadores.

Una familia, una corporación, un ejército, son instituciones que funcionan sin democracia. Votar donde no se debe conduce al desgobierno. La universidad debería ser el lugar donde se practica la excelencia educativa, la innovación, la autocrítica y la libertad, pero la universidad pública (UP) es una organización burocrática, politizada, en manos de sindicatos y administrativos. Debería regirse por la autoridad no por un poder politizado, convertida en una gran burocracia que instruye titulados excedentes que pagan un 20% de lo que cuestan, y donde mandan los prescindibles: administrativos y sindicatos. La institución del Rector es obsoleta, como lo es que sea votado por alumnos o administrativos, la universidad se parece mas a una monarquía donde el rey es elegido por votación de súbditos que obedecen, cobran y callan . La autonomía universitaria no se usa para diferenciarse sino para parecerse, porque en el consejo socialista de la CRUE nadie contradice al Gobierno. La digitalización hace superfluos a muchos administrativos y los sindicatos obstruyen la toma de decisiones reclamando mas gasto público y privilegios. La inteligencia, la moral, la eficacia, el atrevimiento, brillan por su ausencia, todos buscan comodidad, privilegios. El Rector en lugar de ejercer de gestor que toma decisiones para resolver problemas, se desgasta soportando una burocracia inmensa y manejar la obstrucción sindical lo que implica solo dos cosas: enquistar el problema, o resolverlo con mas gasto, prisionero de los votos de los prescindibles. Si el problema afecta a un disidente no sindical, no se resuelve. La única situación donde se debería votar en la universidad es cuando una comisión en oposiciones presenciales tuviera que seleccionar a un profesor entre varios candidatos, pero ya no existen (eliminadas por Zapatero). Los profesores, además de tareas propias hacemos de administrativos digitales con nuestro tiempo, pero los administrativos no disminuyen, tele-trabajan como nadie, sobran la mitad por lo menos, incumplen horarios. Las indemnizaciones por razón de servicio cuestan dinero del propio bolsillo al comisionado, porque desde hace 15 años las cuantías permitidas de alojamientos y dietas en los desplazamientos por razón de servicio no están actualizadas. La principal diferencia de una universidad de EEUU, o Canadá y las españolas es la abismal diferencia de las bibliotecas, y que allí los administrativos están al servicio de profesores e investigadores; en España obstruyen y entorpecen al profesor, por orden del gerente y permisividad del Rector. Sin embargo, las camufladas proyecciones de imagen, ridículas celebraciones de aniversarios de la universidad, o facultad, nombramientos honoris causa, son frecuentes costosas y permitidas. Faltan buenas bibliotecas y sobran gastos de imagen, sobran administrativos y falta asistencia a profesores e investigadores. Se ha instaurado en la universidad pública el principio socialista, de que todos somos iguales, y no lo son un alumno, un administrativo o un catedrático. Sobrando administrativos de un centro y faltando en otro situado a cien metros, no hay manera que nadie tome la decisión, los sindicatos imposibilitan la solución efectiva. Sobran UP porque sobran titulados, la formación universitaria es cara y no es bien esencial, desincentiva la necesaria FP, faltan profesionales manuales. Un ciudadano sin hijos, o con ellos, pero que elige FP, o a una universidad privada, no tiene porque financiar con impuestos el coste de miles de universitarios y funcionarios excedentes, alumnos que no tendrán empleo después, o emigran porque no hay oportunidades. Los rectores deben buscar soluciones moralmente inteligentes. ¿Qué significa esto? Que no pueden recurrir a la solución fácil de gastar más. Los rectores deberían eliminar gasto superfluo, amortizando jubilaciones de administrativos, simplificando al máximo los liberados sindicales. La financiación de la universidad es deficiente, pero no por escasa, sino por perversa, el indicador del número de egresados, es un factor corrosivo porque estimula bajar el nivel de exigencia educativa, para que salgan más egresados y recibir más dinero. Los rectores deben sanear el presupuesto elevando gradualmente las tasas al estudiante, hay mucho margen, quien consuma el servicio que contribuya. No puede estar financiada con impuestos. Si una universidad tiene calidad, que suba las tasas, es fácil llenarse de alumnos que acuden a ella porque se regala. Los rectores como los gobernantes, han de ahorrar gasto público.

Artículo publicado en Las Provincias

Deja un comentario