El partido separatista valenciano Compromís sigue los pasos del separatismo catalán con la cooperación del PSOE valenciano
Hace dos décadas el PSOE de Zapatero abandonó la socialdemocracia, ocultamente, para que despistados siguieran votando al partido de González. El orwelliano PSOE resultante busca el poder desde entonces aliándose con separatistas que crecen por doquier, vividores de la política que sin descartar la violencia persiguen la división del Estado para saquearlo más y mejor. En nuestra comunidad el socio separatista del PSOE es Compromís, sucursal de la izquierda republicana catalana, ERC. Ambos ocultan públicamente su intención de integración en una Cataluña independiente, porque perderían muchísimos votos. Las contradicciones de los socios separatistas son tantas que el PSOE no puede articular un discurso nacional coherente, su esquizofrenia le conduce a mentir permanentemente. Si se fijan, no tienen proyectos positivos que lograr, todo es echarle la culpa al chivo expiatorio: «la extrema derecha». Los separatistas Bildu, ERC, son ideológicamente opuestos a PNV o JXCat, sólo les une su adversario común: cualquier representación firme de la unidad nacional: la monarquía, Guardia Civil, Vox… Los peajes separatistas quiebran la unidad lingüística, reclaman «proporcionalidad» a las fuerzas de seguridad cuando sus brigadas separatistas liberan su violencia, y los comunistas de Podemos permiten la ocupación ilegal de viviendas, el acoso a la monarquía, o agreden a Vox en sus mítines.
Separatistas y socialistas valencianos abren puertas a inmigrantes ilegales cuando no hay actividad económica para nuestros abundantes parados. Además, no se ofrecen vías de integración, no se les instruye, ni se les enseña la lengua para comunicarse. Los abandonan sin modelo de vida, forzándoles a la explotación o delincuencia. Diluyen nuestra identidad y seguridad. Los inmigrantes ilegales generan economía sumergida, competencia desleal con los comerciantes que pagan impuestos y bajan salarios de los legales. El plan oculto es legalizarlos para que les voten. ¿Por qué no se fomenta la natalidad de los valencianos con incentivos: ayudas económicas y guarderías a las familias? En nuestra Comunidad, Compromís quiere formar parte de una Cataluña independiente, ocultándoselo a los valencianos para que les puedan votar, porque no pueden confesar su única verdad: vivir bien de la política como sea. Propaganda, vaguedades, mensajes vacíos, enfrentando a los ciudadanos, saqueándonos con impuestos, hurtándoles herencias familiares con el confiscatorio impuesto de sucesiones (segundo más alto del país) que muchos no pueden pagar; o su propia casa que le pueden ocupar ilegalmente. Nos hurtan lo material, pero también lo espiritual, eliminación de la educación especial; sin libertad de educación, expresión, hasta de pensamiento, con la Ley de Memoria Histórica, una historia oficial que les facilite el adoctrinamiento en los colegios. La propaganda feminista de género es prioridad ‘progresista’, sus leyes discriminan al varón por el mero hecho de serlo. Una menor de edad ha sido objeto de abusos (sentencia firme) por cargo ‘progresista’ en centros de atención a menores tutelados dependientes del Gobierno valenciano. El caso es la punta del iceberg, como todos los delitos con violencia, de una práctica oculta habitual de élites ‘progresistas’ que transforman sus perversiones sexuales en posturas de género, aprovechando su poder académico/mediático/político: la eliminación de barreras de edad en relaciones sexuales con menores, forzados o seducidos. Ha sido denunciada recientemente en Francia (V. Springora). En Baleares decenas de menores dependientes tutelados por el Gobierno socialista balear han sido prostituidos en redes, en varios lugares. La ampliación del Puerto de Valencia no le conviene a Cataluña porque compite con el de Barcelona, por eso la obstruye Compromís, sirviente de la comunidad catalana. Las excusas medioambientales del alcalde Ribó no se las cree nadie. La ley del Gobierno valenciano, de exigencia del ‘catalán’ para ser funcionario, pretende llenar la administración de separatistas, prueba del algodón de sus intenciones, copiando el itinerario catalán. Desde el poder, el separatismo socialista enfrenta a los ciudadanos, califican al adversario de fascista si no cede. Erigidos en jueces y verdugos, se autocalifican de antifascistas y agreden impunemente porque «los fascistas les provocan». Si uno de los suyos o una manada de menas inmigrantes ilegales violan a una menor, las feministas callan porque cobran de subvenciones públicas, incluso acusan de machista o racista al denunciante. No ven la viga en el ojo propio y sí la paja en el ajeno.