Las virtudes esenciales para las relaciones humanas son: justicia, prudencia, fortaleza, templanza, fe, esperanza y caridad.
Ayer padecimos guerra civil; terrorismo etarra; hoy, secesionistas catalanes y herederos de ETA, chantajean a un Gobierno mentiroso ; el castellano no se aprende en el 30% del territorio; se vulnera la propiedad privada; sin división de poderes; el suicidio adolescente disparado;…, pocos más necesitados de ética que un españolito. Los ciudadanos de países occidentales prósperos, practican valores éticos, sus instituciones fomentan el libre mercado: igualdad social, libertad económica y justicia; gobiernos modestos que ayudan a los pobres. En España la instrucción pública elimina contenidos éticos, las familias atareadas en la urgente supervivencia, nadie ocupa el vacío ético. Ignorantes morales, deambulan apabullados en la propagandística selva mediática, votan gobiernos que nos arruinan utilizando el presupuesto como moneda política : En 18 años, Zapatero, Rajoy, Sánchez, han aumentado la deuda pública un billón, presumen de experiencia de gestión, llaman populista, extremista, al crítico. Este año, se presupuestan 120.000 millones de euros a subvenciones, a pensiones: 112.000. Subvenciones financiadoras de organizaciones clientelares para mantener el poder. Nadie instruye en la virtud: buen hábito de comportamiento sin dañar a nadie. No hay virtud con enfrentamiento, sin cooperación. La excelencia es el hábito de hacer las cosas bien. Lo excelente es virtuoso porque sirve a los demás. El comercio, relación ganador-ganador, oferta servicios, satisfaciendo necesidades, pactado por ambas partes comprador-vendedor, núcleo de la actividad privada, la economía productiva, promueve prosperidad. La innovación busca nuevos bienes, servicios, para mejor satisfacer necesidades, al mayor número de personas. El igualitarismo ha destruido la economía privada, generando miseria por exceso de gasto público. Tenemos más empleados públicos y políticos que autónomos. ¿Sostenible? .El comercio incentiva la innovación, pero si gobernantes saquean con impuestos, desincentivan el emprendimiento. Los países prósperos estimulan la actividad económica, benefician a las empresas y el comercio; la miseria visita a los países con excesivo gasto público, los altos impuestos frenan la iniciativa privada. La buena educación debería instruir a las personas para ganarse la vida con buenos hábitos en cooperación con los demás, en libertad, con esfuerzo. Si, en lugar de enseñar las virtudes del comercio: la riqueza hay que generarla; impuestos bajos en Estado pequeño; beneficios del ahorro; …, se aceptan dogmas socialistas: los impuestos son buenos; los empresarios explotan; lo público es beneficioso, lo privado sospechoso; la riqueza hay que distribuirla; …, pocos emprenderán. Bajo el paraguas moral de no querer para nadie lo que no queramos para nosotros, las virtudes esenciales para las relaciones humanas y el orden social son: justicia, prudencia, fortaleza, templanza, fe, esperanza y caridad. La virtud de la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo, respetando la libertad y la propiedad ajena, cumpliendo la palabra dada, reparando el daño causado, combatiendo privilegios, reconociendo a todas personas como sujetos de igual derecho con independencia de religión, sexo, raza o posición económica. La prudencia consiste en comportarse con moderación, pensar con madurez, ejecutar con rectitud, sin violentar al prójimo. La prudencia significa controlar el riesgo, reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones, ponderando las posibles ventajas e inconvenientes, con verdad y equilibrio. La fortaleza nos permite actuar sin miedo ni temeridad, necesaria para intentar nuevas metas, conlleva paciencia para emprender, vencer obstáculos, resistir, perseverar. La templanza consiste en controlar nuestras pasiones para no caer en comportamientos que produzcan desorden social, implican mantener la calma, humildad, contención. Es fundamental para escuchar al cliente; no consumir compulsivamente; no caer en la autocomplacencia; para ahorrar; emular logros ajenos sin envidiar. La fe es necesaria para confiar en la tradición, en aquello que no entendemos plenamente, porque hay cosas buenas que podemos no entender, para confiar en las instituciones, normas, leyes. La esperanza nos permite confiar en un futuro que no conocemos pero al que nos dirigimos. La caridad nos sirve para conciliar nuestro bien con el del prójimo, evitar el oportunismo, estar abierto a la cooperación más allá de los contratos. Sin éstas virtudes, la persona desarmada para vivir, desorientada, no sabe lo que quiere; no distingue verdad y mentira; el bien y el mal; derechos y anhelos. Se aprovechan tiranos y traidores, votados por analfabetos morales. La primera piedra de la recuperación española es ética.
Artículo publicado en Las Provincias