La verdad no es lo mismo que lo que opina la mayoría.
No hay democracia sin libertad, ni libertad sin verdad. En pocas semanas habrá elecciones en Vascongadas y Cataluña. En ambas los más votados reunidos serán separatistas. En unas, por medio de armas, se expulsaron más de 200.000 familias que no les votaban. En las otras, han adoctrinado desde hace más de cuatro décadas a lo niños en el colegio, llenando las mentes de fantasías, de buenos y malos, que los medios de comunicación les han estado repitiendo hasta la votación.
En la universidad pública española, una facultad nueva nace fecundada por un grupo gestante cuyo plan de estudios siempre hay un departamento hegemónico, muy mayoritario, llamemos X. Después, la politización nauseabunda, nos dice que todo se decide por votaciones trucadas porque la mayoría siempre la tienen los de X. Con el tiempo en X crecen caciques, mediocres obedientes cuyo mérito se observa en sus desgastadas rodillas, de tanto arrodillarse, capaces de todo para alcanzar el deshonor de súbdito. A veces, el adjetivo de sicario no describía suficientemente sus capacidades delictivas.
En España, desde 1978, al menos, al presidente del Gobierno, ni se le hace reconocimiento médico de sanidad mental, ni de cualificación técnica, ni se comprueba si está capacitado, ni si es un mentiroso patológico, un matón, o un cleptómano. Cualquier jefe de partido político puede llegar a Presidente del Gobierno. En dos décadas, tres ineptos han hundido un país que fuimos un imperio hace históricamente poco. Todos los que presumen de democracia en estos escenarios viven de los impuestos de otros entontecidos que les votan.
Uno de los errores más frecuentes de las personas es olvidar la variable tiempo en las opiniones, aparte de las circunstancias. Por ejemplo, citas de pensadores, caducan, y no suelen valer para otros tiempos. Los modelos pueden no fallar, generalmente lo hacen porque las hipótesis no se cumplen, los utilizadores no se preocupan de verificarlas, cuando no tienen otra cosa. Se usan mal los modelos, que además aproximan la realidad. Pero también hay aberraciones científicas. No faltan los que encerrados en sus torre de marfil, identifican el mundo real a un modelo, en lugar de aproximar el modelo a la realidad. Es decir, aplican un modelo a cualquier realidad, y luego ajustan parámetros. Eso es engañar, no utilizar ningún modelo. Las más aberrantes teorías y modelos sociales se gestan por académicos universitarios, que usan su poder para irradiar perversiones personales bajo el nombre de teoría.
Utilizaremos la llamada inteligencia artificial (IA) que entontece a las masas para ilustrar algunas ideas. Abundantes rebaños se dejan engañar por modas, para sacar ventajas, atajos de oportunistas. Nada nuevo, siempre los ha habido, también en la universidad, y cada vez más por los indicadores cuantitativos de evaluación y rankings . Nos dicen que la IA, el “Machine learning ” (ML) encuentra patrones analizando datos para tomar decisiones correctas, porque las máquinas no se equivocan. Convencen porque los humanos nos equivocamos, y es muy útil a las empresas porque sustituyen personal por máquinas o programas, robots en definitiva, para tomar decisiones ahorrando personal.
¿Y qué dice el robot ante una situación nueva? Se lo digo yo, equivocarse si decide, o no decidir. También se puede equivocar un mediocre, pero una persona preparada se daría cuenta que “fallan las hipótesis”, que la situación es nueva y los modelos, o datos, no sirven para tomar decisiones correctas. Suponer que las situaciones nuevas no aparecen es una estupidez. La realidad es compleja. Un banco, por ejemplo, puede dejarse embaucar por un programa para decidir si concede un préstamo a un cliente usando ML, y perjudicar a un cliente.
Ya que hablamos de negocios, los mercados financieros nos enseñan contraejemplos de errores y perversiones que suceden también de la política. Un principio que se usa en finanzas dice que no hay beneficio sin riesgo. Sin embargo, en la comunista España actual, el ingreso público medio es un 35% superior al ingreso medio privado. Esto es lo contrario de lo que pasa en las economías libres, incluso en España hasta hace dos décadas. Pero ahora tenemos gobiernos comunistas y pasan estas cosas. La democracia, es un mal menor, no puede ser un buen régimen de gobierno, ni en empresas, familias, ni universidades. La mayoría no tiene porque tener la razón ni estar cerca de la verdad.
Las personas imitamos a los que creemos que están mejor, y así se crean las burbujas financieras. Aparecen periódicamente. En todas las burbujas, llega un momento que explota y arruina a más de un avaricioso que incluso se habrá apalancado (endeudado) para comprar. ¿Tiene la verdad, la razón, el inversor mayoritario antes de que explote la burbuja?. ¿Y qué les pasa a los que les explota la burbuja en el bolsillo? ¿Tienen razón, poseen la verdad?.
Las organizaciones más eficientes no pueden gobernarse valiendo igual todas las opiniones, porque eso es mentira. Son eficientes las que aprovechan mejor las cualidades de los miembros bien elegidos, entrenados y dirigidos al objetivo común compartido, bien gestionada, estando atentos a los cambios, riesgos, rectificando errores, eliminando lo que sobra, sin derrochar un euro, priorizando y evaluando bien el servicio prestado, no solo la satisfacción de empleados.
Todo eso lo puede hacer una empresa u organización privada, no una pública, porque las decisiones incómodas nadie las va a tomar si le preguntas a quién tiene que sacrificarse y también votarte. Además el usuario del servicio público (que puede ser no esencial) paga un muy bajo porcentaje del coste real. La organización pública no compite por el usuario, que está cautivo porque el coste está muy subvencionado.
Las organizaciones privadas si se equivocan con suficiente gravedad desaparecen, la verdad las pone en su sitio. Al inversor avaro que imita a la mayoría embriagada por las ganancias asume sus pérdidas. En el sector público eso no ocurre, no hay dueño personal que vigile el logro de objetivos, es el abstracto Estado, que no gestiona para la eficiencia, ni para satisfacer a los accionistas, sino para contentar a los votantes.
La opinión de la mayoría, no tiene porque estar basada en información o conocimientos similares, ni compartir un objetivo común, incluso puede haber altas proporciones que piensan lo contrario (por ejemplo, en las elecciones políticas los separatistas, constitucionalistas o comunistas, cada uno va por caminos contrarios).
En una universidad pública por ejemplo, ¿qué comparten? .El deseo de ser funcionario cuanto antes y de la mejor categoría posible, y el alumno quiere ser funcionario cuando acabe.
¿Por qué todos quieren ser funcionarios? Porque este país se ha planificado desde hace dos décadas la destrucción planificada de la economía privada, la clase media se reduce casi a los empleados públicos (que declaran ingresos medios superiores en un 35% a los privados) lo contrario de los países con economías dinámicas. En realidad se parece a un país comunista donde las élites son funcionarios al servicio del Gobierno. Se destruyó la industria, las manufacturas, se obstruye la agricultura, ganadería y pesca, se pierden los oficios, se importa de todo sin producirlo, generando mucho paro.
El único sector que parece funcionar bien es hostelería y turismo, pero en ese sector, los jóvenes españoles tampoco quieren trabajar en él. Todos quieren ser funcionarios. El PIB español no sube porque aumentaron demasiado los empleos públicos.
Convergemos hacia el comunismo, amigo Sancho, diría don Quijote. ¿Y qué es eso, replicaría Sancho?. Don Quijote: los que mandan no lograron victoria alguna sobre gigantes enemigos, pero son elegidos por cualquiera, mayor de edad, por tonto que sea. ¡Pues aviados estamos, don Quijote!.
La opinión de la mayoría ha demostrado con el gobierno de Hitler, que en un país poderoso puede causar guerras con millones de muertos. Basta ganar las elecciones aliándote con suficientes votos para alcanzar el poder, y una vez logrado cambiar las leyes, eliminar la separación de poderes, y ya tienes una dictadura construida a partir de las urnas.
La irrelevancia militar de España, solo permite a un dictador español, llevarnos a una guerra civil. El Gobierno actual se ocupa más de los muertos hace 85 años, que de los vivos actuales que no pueden vivir. Todo lo arregla gastando, subiendo impuestos, y endeudándonos. Para aumentar un euro de PIB, gasta tres y nos endeuda en nueve. Primero fueron los impuestos a los grandes empresas, después el de solidaridad a los ingresos anuales superiores a 56000 €. Después inventarán impuestos de necesidad. Lo bajarán hasta que le llegue a usted. Ya nos insinúan que vendrá un impuesto de seguridad para armarnos contra Rusia. Como decía B. Brecht en su poema “Ahora vienen a por mi, pero es demasiado tarde”.
Estas perversiones del uso de las mayorías y la absoluta falta de respeto a la libertad individual, incluidas persecuciones “ad hominem” ocurren hoy en la universidad pública (UP). Además los decanatos miman a las delegaciones de alumnos para conseguir sus votos en las juntas de facultad, o elecciones a decano. Cualquier abuso es conseguible con votos, la ausencia de límites alcanza donde llegue la inmoralidad y el sectarismo. La única defensa es ir al juez. Estas habituales prácticas constituyen unaescuela de autoritarismo. No se extrañen de gobernantes traidores , psicópatas o matones. Vendrán peores todavía, entrenados en la UP.