No puede haber innovación si al investigador le cuesta dinero del bolsillo investigar
La historia demuestra que la única fuente pacífica de prosperidad ha sido el comercio: intercambio libre de bienes/servicios, satisfaciendo necesidades de clientes, a precio convenido. Aparte del comercio, la prosperidad por saqueo de los vencidos, ha sido la guerra. La dictatorial y guerrera Esparta, derrotó a la floreciente y comercial Atenas, hace 25 siglos. El comercio incluye la venta de armamento. Cuando no hubo comercio imperó la miseria, como en la Edad Media . El comercio siempre tuvo sus enemigos: los comunistas que odian la iniciativa privada. Investigar es estudiar para conocer la respuesta a un problema. Un tema de investigación puede interesar a alguien diferente del autor o no, dispuesto a pagar o no. Hoy se paga por publicar, imagine la utilidad que tales investigaciones. Innovar es investigar problemas que interesan a clientes, producir conocimiento comercializable. En la universidad pública no se innova porque la cultura y la política de incentivos van en dirección contraria: se investiga para promocionarse y hacerlo saber. Los enemigos del comercio, lo son también de la innovación, aunque se camuflen. Para existir el comercio hay que tener voluntad de satisfacer la demanda; es muy arriesgado: el cliente tiene que elegirte en competencia, y pagar un precio, tener capacidad de compra, y para ello ingresos. Los países prósperos favorecen el comercio, con una economía de libre mercado, en un entorno virtuoso de condiciones: seguridad jurídica; moneda de intercambio; libertad económica; impuestos y cotizaciones sociales razonables; regulación flexible; infraestructuras; tamaño empresarial apropiado; formación despolitizada y exigente. Ni se puede ser buen soldado sin ser valiente y entrenado, ni se puede innovar huyendo del riesgo, ignorando principios liberales del comercio. Desde el gobierno Zapatero la renta per cápita española está estancada; la deuda pública se ha cuadruplicado; la clase media desaparece; el desempleo dobla la media de la UE. La propaganda comunista, instalada en un sistema educativo politizado donde cualquier principio liberal es excluido, estigmatiza la actividad privada: “el empresario explota”; “el comercio es un robo”, “el beneficio sospechoso”. La política científica cuantitativa basada en el hacer saber y el igualitarismo desprecia la comercialización de la investigación, maltrata al investigador: cada comisión de servicios le cuesta mucho dinero de su bolsillo porque las indemnizaciones por dietas y alojamiento, están sin actualizar desde 1997. ¡Quién va a innovar si en lugar de obtener beneficio, le garantizan perjuicio! La alucinación cuantitativa, el igualitarismo y desconfianza tales, que para que una tesis doctoral sea admitida a defensa, un comité universitario, cuantifica en “horas equivalentes” la calidad de la misma. Se desconfía de todos, del director de tesis, del tribunal que lo de juzgar, impera lo que digan “unos sabios encerrados en su torre de marfil académica”. Lo comercializable es sinónimo de maligno. La barrera entre lo académico y lo comercializable, es tal que, contrariamente al mundo avanzado, la empresa privada española no valora el doctorado académico, no se reconoce en el sueldo del empleado doctor. Peor aún, la misma Administración Pública, desprecia el doctorado al evaluar candidatos a empleos públicos, valorándolo varias veces menos que conocer una lengua autonómica. Mientras la academia desprecia el comercio, las fanfarrias suenan en universidades y gobiernos autonómicos. Cada año decenas de dudosas medallas son repartidas como si la innovación floreciese. La enferma europea de la investigación sin innovación, agoniza en España: según Eurostat, en términos de intensidad exportadora de productos de alta tecnología, España ocupa el lugar 25 de 27 países de la UE. En cuanto a saldo neto, España es el país con mayor déficit comercial de esta rama de productos entre las cuatro mayores economías de la UE. Según Funcas, hasta 2018, el peso de las exportaciones de alta tecnología sobre el total de las exportaciones españolas era del 5,5%, mientras que la media de la UE era del 11,7%. ¿Cómo cambiar este desatino? La financiación de la investigación debería acercarse al interés de empresas privadas (única institución que arriesga). Es urgente un doctorado comercial, con estancia en empresa del doctorando. La tiranía cuantitativa debería ceder al emprendimiento, permitiendo objetivos comercializables, no solo académicos. La investigación solo se transformará en innovación echando a sus enemigos.