Los rectores derrochan gasto como los políticos profesionales.
La universidad pública (UP) debería ser austera, porque la pagamos todos, sin ser un bien esencial, la financian con impuestos, también los que no la usan. Los rectores siempre reclaman más dinero público, recortan poco (amortizando jubilaciones) empleos prescindibles y no se atreven a subir las tasas académicas, descuento del 80% para producir parados que sueñan con ser empleado público. Se derrocha medios en propaganda, porque claro, como hay elecciones… Hoy los rectores de UP hacen debates por televisión, tienen jefe de gabinete, vicerrectorados para todo, también de propaganda, con otro nombre claro. Cada nuevo rector organiza evento “estratégico; no es extraña la celebración de aniversarios, aunque no pase de unas decenas de años; alguno llenó de pancartas la ciudad. Se organizan actos de reparto de medallas de investigación estimulando la “cantidad” de publicaciones, la repetición de ideas, la huida del riesgo, la investigación fungible. En la sociedad del espectáculo que padecemos, no importa la realidad sino la apariencia, el voto importa demasiado. Los rectores usan la institución como plataforma de auto-promoción.
La rectora de la UV, declaró que forman buenos políticos. La UP está llena de socialistas “inconscientes” políticamente correctos y obedientes, que no piensan en el bien del país, eso es patriotismo rancio, poco moderno, de gente extremista; lo moderno es el aplaudidor optimista, lucir en falsos rankings, aunque la economía, la educación, la innovación, las libertades, se desmoronan por la politización academica. El buen gobierno, ya sea de universidades o países, se evalúa por el servicio prestado no por ganar elecciones. ¿Qué es calidad docente, investigadora o innovadora? No se explica mejoría alguna cuando el país se cae a pedazos. Nada se parece tanto a la sociedad como la UP, porque sus estudiantes, empleados, y rectores, son espejo de contribuyentes, votantes y gobernantes. Una de las plataformas tradicionales de derroche propagandístico, a la que se dedica todo un vicerrectorado, es lo que llaman “Plan Estratégico”, que lo deberían tener y aplicar antes de empezar su gestión, tardan un año al menos en generarlo, y no es más que propaganda vacía.
¿En qué consiste el plan estratégico? Todos son similarmente inútiles, porque todos se copian, y las ideas escasean, no hacen más que seguir rankings falsos, con los que tiranizan al profesor/investigador. Primero se trata de elegir unas palabras que suenen bien, no solo para la universidad, sino para lo que fuese, se parece a un anuncio televisivo, ya sea de un partido político, un banco, o un coche. Esa lista de posibles palabras propagandísticas clave incluye: Sostenibilidad, Emprendimiento, Eficacia, Excelencia, Internacional, Ecológico, Rendimiento, Futuro, Ilusión, Innovación, Inclusivo, Entusiasmo, Desarrollo, Responsable, Calidad, Experiencia, Seguro, Empleabilidad, Humana; Tolerancia, Esfuerzo, Igualdad, Social, Dinámico, Experimental, Contigo, …, todas ellas hacen alusión a tendencias positivas, políticamente correctas, deseables, siempre y en todas partes, casi universales. Su factibilidad es nula, sin realismo ni credibilidad, humo electoral derrochado. A continuación, la universidad concreta elige unas cuantas palabras del listado citado, y con las iniciales componen una palabra corta de cinco o seis letras, que suene bien, por ejemplo, SIRVE, es pueril, absurdo, inútil. Se elabora un video agradable, se utilizan algunos centros, personas o equipos que luzcan en un ranking, se organiza un evento, en fecha conveniente, en el sitio más atractivo de la universidad, se llena de aplaudidores, y listo. A la semana, nadie se acuerda de nada. La dura realidad importa bien poco, la diaria burocracia digital a la que tiene dedicar cada vez más tiempo todo profesor (a pesar de la digitalización los administrativos no decrecen); hablan de “internacionalización” pero las indemnizaciones por comisiones de servicios estén sin actualizar desde hace un cuarto de siglo, le cueste mucho dinero al comisionado (fácilmente 125 euros dia) sobre todo si es “internacional”, porque claro, los hoteles y restaurantes en 25 años han subido mucho. Que la manera como se hacen las encuestas del alumnado se hagan por el alumno el mismo curso que el profesor lo examina, promueve la coacción del profesor, facilitando el aprobado. La política cuantitativa de los rankings, produce conocimiento inútil, la aversión al riesgo innovador, incapacita para el emprendimiento. Demasiada propaganda y humo.