Limitaciones del comunismo blando 

 El comunismo cambia y se adapta.

El comunismo moderno ni siquiera tiene que ser marxista, aparte de que nadie lee a Marx, lo es solo estéticamente para engañar a sus votantes, enfrentando pobres y ricos. Las definiciones del comunismo basadas en la apropiación de los medios de producción están obsoletas. En Europa lo que importa son los votos, lo demás varía mucho, la UE está repleta de comunistas blandos. En España hasta la separación de poderes se altera; la verdad y la legalidad, es lo que dice la mayoría.  

La educación recibida, el clima, la edad influye en la aceptación comunista. Ser comunista a los 20 años es saludable, a los 70 no, porque la experiencia, lectura y viajes, permiten conocer la realidad. La persona que no cambia de opinión es como el agua estancada, cría reptiles mentales que lo devoran. La cultura, la población y la historia influyen mucho, por ejemplo los chinos valoran más la seguridad que la libertad, en EE.UU desde luego no.

No se puede llevar una vida digna sin tener las necesidades básicas cubiertas, empleo, tener un techo son imprescindibles. Además quien no tiene, poco puede dar, así que será desgraciado por no poder dar, no por poco tener. La economía es un indicador más que importante. ¿Conoce un lugar donde toda la actividad sea pública y haya libertad? Es imposible, al sector público le ocurre como las medicinas o a las drogas, cuando se inyectan en el cuerpo enfermo, por encima de cierta dosis es tóxica, por debajo de otro umbral no es eficiente. ¿Cuál es la zona de seguridad y eficiencia del sector público en el Estado moderno? Aquella que no endeuda a la población y la gran mayoría puede ganarse la vida. ¿Cómo se puede conseguir? 

No hay solución ubicua, porque no es medible con precisión, pero creo que la clave está en el porcentaje del PIB que es público respecto al general, no debe pasar del 40%. El porcentaje excesivo de empleos públicos aumenta demasiado los impuestos, que destruyen y menguan la actividad privada. En los ambientes de alta densidad funcionarial no hay libertad real, iniciativa, riesgo, innovación. 

El comunismo blando, con votaciones, sin represión militar explícita, es cuestión de dosis, no es una condición de ser o no ser. Cuanto más sector público, más comunismo, más impuestos y cotizaciones sociales, más caro es el empleo y por tanto menos actividad privada.  Es un circulo vicioso del que hay que salir; si no se frena desemboca en dictadura pura y dura. La libertad económica, su dinamismo, nivel de empleo y prosperidad, está indicado por el peso del sector público en el PIB nacional.

La ley de Restauración de la Naturaleza aprobada en la UE, la agenda 2030, la burocratización, los casos de corrupción, son indicios de comunismo blando que aumenta en la UE. Los “sandias, “verdes”, “ecologistas” todos son comunistas blandos y abundan en la UE.

La diferencia con España es que los europeos no soportan las mentiras de sus presidentes, tienen más escrúpulos morales. El perdón de la Iglesia católica ayuda poco, la misericordia perdona demasiado, los protestantes menos. Hace una década que los políticos europeos han empeorado, en España hace dos. El parlamento europeo cada vez se parece más a las reuniones del partido comunista chino. 

Por encima del 40% del PIB público, controlando los medios de comunicación son comunismos blandos, pasan hasta de las formas, les basta que la oposición no sume lo suficiente para gobernar. En Suiza en 2022 el gasto público era el 33% del PIB; En EE.UU el 36,26%; en Canadá el 41,43%; en Reino Unido el 44,3%; en España dicen que el 47,4%, pero los datos reales son mucho mayores (no baja del 52%) porque el Gobierno gastó las ayudas de la UE en el sector público, en lugar de financiar con ayudas directas a las empresas que tuvieron que cerrar por la pandemia. En Francia es el 58,3%; en Italia 56.1%, en Austria el 53,2%; en Alemania el 49,5%, en Dinamarca el 45%; el 44,1% en Portugal; en Países Bajos el 43,5%.

 Nuestro presidente rompe la separación de poderes, utiliza el camino de la emergencia legislativa como ordinario, lleva aprobados 185 decretos ley, evidenciando maneras totalitarios. Hace días, en el Foro Spain Investor Day, en Madrid  les dice a la oposición “que abandonen posiciones contrarias a la mayoría social”, cuando no tiene ni siquiera más votos de ciudadanos. 

Sánchez habla como si tuviera mayoría absoluta, y lo que tiene es una minoría legal suficiente alcanzada con partidos separatistas y partidos con terroristas en sus filas, prohibidos en Francia, Alemania y EE.UU, por ejemplo. Sánchez cree que los inversores se tragan sus mentiras como sus votantes, que no identifican la inseguridad jurídica que conlleva el comunismo, aunque sea blando, inadmisibles para inversores internacionales. 

Los autoritarios confunden la verdad con la mayoría, no es lo mismo y el empleado público lo acepta fácilmente.  Este principio falso se aprende y practica en la universidad pública, donde todo está politizado y dos votos de mentirosos vencen a uno verdadero. 

Inventar impuestos a grandes empresas en función de ingresos, simplemente para recaudar más, es autoritario e inconveniente, también para los clientes porque repercutirán el impuesto en el precio de los servicios. Hoy son las grandes, mañana las medianas y pasado todas.  Las necesidades de recaudación son inmensas porque hay exceso de sector público que mantener, ese es el problema del comunismo blando.

El grado de consciencia y participación en el comunismo moderno es diferente, por ejemplo una oposición que no quiera disminuir el porcentaje de sector público, o la desproporción de salarios públicos, y se contente con estar en la oposición sin cambiar nada, ocupar cierto poder y dar grandes empleos a afines, son cooperadores, y viven fenomenal. Hay funcionarios que pueden no votar al gobierno, pero se benefician de los privilegios, y colaboran al crecimiento del sector público. 

Aparte de la graduación o dosificación comunista, están también los ingresos del sector público y del privado. En España los ingresos medios actuales del sector público superan al medio privado en un 30%, lo que es una contradicción porque el plus de seguridad debería acompañar al detrimento del ingreso. El beneficio sin riesgo no solo es privilegio, es inmoral. 

Mientras la población española ha crecido en 10 millones desde 1975; los empleados públicos han aumentado 2,5 millones; uno de cada cuatro. La prosperidad y clase media decrece con la actividad privada. Cada empleado público es una carga, cada privado un alivio, tanto económico como de libertad. El comunismo prioriza la seguridad, pero de igualdad nada, eso es un cuento. Políticos y funcionarios son los privilegiados del comunismo, el resto sobrevive como puede. 

Es natural que el comunismo blando sea incapaz de resolver el problema de la vivienda, porque la propiedad y la libertad son inseparables y el comunismo se lleva mal con la libertad.   

Otra peculiaridad del comunismo blando es su actitud ante la inmigración, porque ésta se desplaza por un gradiente de pobreza, de donde hay más a donde hay menos.  En España recibimos muchos inmigrantes porque tenemos vecinos más pobres, físicamente de proximidad geográfica, y espirituales de proximidad cultural procedentes de América del Sur. El miedo por la represión de comunismos duros y guerras desplaza poblaciones  

La vivienda es un bien esencial. Según el INE los centros para personas sin hogar atendieron 21.000 personas al día en 2022, y en dos años ha subido un 22% hasta 26.690. Abrir las puertas a la inmigración desordenada agrava el problema de la vivienda considerablemente.  

El elevado desempleo y la precariedad laboral dificulta  extraordinariamente el acceso a la vivienda, por eso los jóvenes no se independizan, y los inmigrantes viven hacinados compartiendo habitaciones. Ante esta situación el comunismo blando que nos gobierna se equivoca permitiendo la ocupación ilegal de viviendas e impidiendo los desahucios. La inseguridad jurídica es el peor enemigo de la oferta de las 3,8 millones de casas vacías que hay en España, el 14,4% del parque total de viviendas. 

El problema de vivienda es grave en las grandes ciudades también por la gentrificación, abandono de la población de los centros de las ciudades por los elevados costes de las casas, y el alquiler de apartamentos turísticos.  En España el porcentaje de propietarios es alto porque una segunda vivienda es un sustituto de ingresos ante una pensión precaria. Si garantizasen el deshaucio inmediato de ocupantes ilegales y morosos, los propietarios de casas vacías las pondrían en el mercado, pero no sin seguridad jurídica. El comunismo blando se equivoca en este tema. 

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