Los gobiernos españoles no se toman en serio la deuda.
¿Si una comunidad elige dirigentes que derrochan y la arruinan, quiénes son responsables los ejecutores o quienes los eligen?. Aznar dejó el gobierno en Abril de 2004, con 0,4 billones de deuda pública. En las dos últimas décadas la deuda pública se ha multiplicado por cuatro, hasta 1,6 billones; el gobierno actual nos endeuda 164 millones de euros al día, según informa el Instituto Juan de Mariana.
Añadan y pásmense, 2000 millones, comprando con deuda el 10% de una empresa privada como Telefónica. La mitad del gasto en subvenciones anuales han sido calificadas por estudios económicos independientes, de clientelares y equivalen al promedio de deuda anual, unos 60.000 millones.
Los países compiten pacífica y comercialmente, vendiendo lo que hacen mejor y comprando lo no pueden o deciden no producir. Los impuestos se pagan donde resides, no es razonable pagarle gratis servicios públicos a cualquier no residente, muchos países con el visado de entrada te exigen seguros médicos.
Gratis no hay nada, todo lo que consume una persona gratis lo hace otro con su vida, el tiempo que dedica otro a producir lo que consume gratis el primero. Un usuario gratuito que vive del maná del Estado, usa un esclavo hipotético para satisfacerse. El coste acumulado de todos estos esclavos hipotéticos equivale económicamente a la suma de nuestros impuestos más nuestra deuda.
Todas las personas deberían mentalizarse en ganarse lo que consumen, no habituarse al subsidio. Desde niños ese catecismo debería ser enseñado. Una comunidad acostumbrada a la gratuidad de bienes y servicios, al derroche de sus recursos, se arruina sin remedio. No se puede acceder a ninguna prosperidad derrochando, la despensa y el crédito son finitos y caducan.
Un buen gobierno posibilita que las personas se ganen la vida, independizarse a edad razonable, tener trabajo, formar familia. Las minorías que no alcanzasen esos mínimos de vida digna, deben ser temporalmente ayudados. Pero tener una multitud de 3,2 millones de parados, 600.000 inmigrantes ilegales, subsidiar a jóvenes con paguitas y transporte, es un populismo de gobiernos fracasados que no permiten los mínimos de dignidad y libertad, es una evidencia de incapacidad.
Unos jóvenes españoles abandonados y engañados, entre los mejores, para llegar una vida digna tienen que emigrar; otros se contentan con que el transporte sea gratis, y que sus padres paguen el 20% de lo que cuesta su formación universitaria. No es solo el coste subvencionado, es la cultura de la subvención, el desincentivo a emprender y a trabajar, la casi obligación a emigrar, y el mantenimiento de multitud de funcionarios pagados con deuda e impuestos.
España no puede mantener 3,5 millones de empleados públicos (políticos incluidos, con ingresos medios un 30% superiores al medio privado), 10 millones de jubilados, 3,2 millones de desempleados, y 600.000 inmigrantes ilegales no integrados. Hace falta robustecer el tejido productivo, recuperar oficios y fomentar la producción en lugar de importar tanto de Asia, empleando a muchos españoles que no trabajan.
Los jóvenes se refugian engañados y engañándose estudiando porque no tienen el trabajo que quieren, de señorito, nada de trabajo manual, ni de campo, ni camarero, ni de oficios, prácticamente perdidos.
La recuperación imposible porque para financiar tanto gasto superfluo hay que poner altísimos impuestos y cotizaciones sociales, que encarecen demasiado el empleo disminuyendo pymes y autónomos.
En Alemania, desde 2009 es inconstitucional el endeudamiento anual del Estado superior al 0,35% del PIB, salvo en casos de emergencia muy tasados, pero en España los gobernantes nos endeudan habitualmente. La solución es sencilla: eliminar lo que sobra. Pero hay que querer, u obligarlos negándoles el voto. Los responsables finales somos los electores con nuestro voto.
Gastando hoy 35.000 millones del presupuesto anual en deuda, llevamos dos décadas en las que el PIB español no crece, descontada la inflación, y lo peor es que no puede crecer, ¿Por qué?. El sector privado disminuye.
El gasto público es tan descomunal que los impuestos y cotizaciones sociales impiden el crecimiento del sector privado. Los principios marxistas de suma cero, de ganadores y perdedores, castigan intencionada y fiscalmente a empresarios y autónomos. No se fortalece al pobre destruyendo al rico. No se reduce lo que sobra, ni por digitalización, ni por envejecimiento de la población, que permitiría amortizar sin trauma cientos de miles de excedentes de empleos públicos que se jubilan anualmente.
Sobran empleados públicos (administrativos y PDI universitarios, medios de comunicación públicos) y al menos medio millón de los 1,25 millones de universitarios públicos que salvo excelentes sin recursos deberían pagar al menos el 50% del coste.
Esta medida aliviaría deuda, bajaría impuestos, aumentaría el empleo privado. Es ridículo alegar igualdad de oportunidades sin esfuerzo, ni exigencia, ni empleo. Pagar el 20% del coste es populismo, el título no emplea hoy en España. Los medios de comunicación públicos son medios de propaganda de gobiernos autonómicos y central, sobredimensionados en sueldo y tamaño, deben privatizarse, reduciendo deuda. EE.UU no tiene, Reino Unido una, España 18.
Los cursos de formación de desempleados deben pasar a la FP, y sacarla de los sindicatos mayoritarios, nichos de ineficacia y corrupción. Tenemos una España arruinada necesitando tocar fondo para cambiar, está cerca porque el suelo está muy blandito, hasta que llegue la catástrofe. Los jóvenes ya van tomando nota y emigran unos 400.000 españoles en cada uno de los dos últimos años porque en España no se puede vivir del empleo, salvo que seas político o funcionario, o los pocos que trabajan para empresas grandes.
Las deudas se pagan, pero no por los que las generan, de las que no responden porque siguen votándoles. Varias generaciones lo pagarán.
Los servicios no esenciales en un país endeudado hasta las pestañas no deben ser gratuitos, primero porque gratis no hay nada, y si no lo paga quien lo usa lo pagará alguien que no lo usa, ni lo necesita. El coste cero produce demanda excesiva, y la calidad del servicio se deteriora para todos. En post-pandemia podría estar bien la subvención al transporte, pero los principales damnificados las pymes y autónomos a quienes se les obligó a cerrar, no han recibido ayudas directas como en otros países.
¿Por qué? Porque este gobierno no cree en la actividad privada, es comunista populista. La saturación de los servicios de atención primaria también ocurre porque el coste cero de la atención produce demanda excesiva de gente que va a consolarse, no a que le curen. Si cada paciente pagara 1 euro cada vez que va al ambulatorio, el que lo necesita lo pagaría a gusto, porque estaría mejor atendido, y el que no lo necesita, no iría. Bajaría la saturación, y también la de urgencias inducida por la saturación ambulatoria.
Los problemas no se resuelven gastando más, sino mejor. El efecto llamada de inmigrantes ilegales y el turismo saturan todavía más los servicios sanitarios. Dos millones de españoles mayores viven solos y van al ambulatorio habitualmente para que les escuchen 2 minutos.
No puede haber nada gratis porque degenera los servicios. La atención sanitaria universal y gratuita, incluso para ilegales, satura el servicio donde te atienden dos minutos y te recetan pastillas sin saber bien lo que tienes y por qué lo tienes.
No podemos ser ni los médicos de todo inmigrante ilegal que vive de escarbar en contenedores, ni el instructor subvencionado al 80% de quien quiera tener un titulo universitario, que no se emplea por exceso de titulados, y que tiene que emigrar para ganarse la vida.
Los anhelos se convierten primero en falsos derechos, y después en deuda e impuestos innecesarios. Al transporte público gratuito a jóvenes menores de treinta años le ocurre algo parecido. Luego llegan gobiernos del PP y para no perder apoyos electorales mantienen estables las subvenciones cuando ya no hay necesidad, y así convierten anhelos en derechos “sociales”, más impuestos y deuda.
La ministra de trabajo cree que el empresario explota al trabajador y que dificultar al empresario apoya al trabajador. Subiendo continuamente el salario mínimo interprofesional y las cotizaciones sociales aumentará el paro, porque muchas pymes no pueden pagar esas cantidades a empleados que no estén preparados para hacer el trabajo. Tenemos el país que votamos.