La universidad celebra la dictadura mientras pague bien.
Mientras el fantasma de la dictadura se personifica en España, la universidad pública lo celebrarepresentando anualmente el teatro del absurdo, en la apertura del curso, de la mano de políticos, rectores y profesores hámster que giran y cantan cada cual en su rueda: “Celebremos la dictadura” mientras nos financie la buena vida que llevamos (la media de ingresos públicos son un 30% superiores a los privados), celebremos lo excelentes que somos.
España está sobre endeudada, gobernada por comunistas “sandía” que han destruido el aparato productivo, pero la universidad pública vive en su torre de marfil, mientras 400.000 titulados universitarios españoles emigran anualmente para vivir dignamente. Los que se quedan tienen que vivir en casa de sus padres, o compartiendo vivienda, no tienen niños, conducen patinetes porque no pueden comprar coche. El modelo socialista es sencillo: más gasto público, mas subvenciones, más impuestos y menos empresas privadas. El camino de servidumbre está cimentado. Rectorados de universidades públicas y grandes sindicatos cooperadores necesarios.
Los que no trabajan se contentan con paguitas, bonos culturales y de transporte, no tendrán nada pero serán felices, les han dicho. Miles de falsos menores (cada uno cuesta 6000€ mensuales) nos invaden generando inseguridad, hundiendo salarios porque los pocos jóvenes españoles que quedan no trabajan manualmente y llenan la universidad pública que los prepara para el empleo público. Mientras las empresas privadas y autónomos sobreviven acribillados a impuestos.
En el acto de la apertura de curso, se canta el “Gaudeamus Igitur”, pero cantores y escuchantes no saben la letra. Este himno universitario dice, entre otras cosas: Que crezca la única verdad, que florezca la fraternidad y la prosperidad de la patria.
Esta letra no casa bien con la universidad pública española actual, politizada por el socialismo hasta la nausea y consentida por el PP por abandono. La verdad se sustituye por lo que dice la mayoría, se niega hasta la biología, se prohíbe la interpretación de la historia, porque hay una historia oficial, pero ningún rector protesta, todos siguen las directrices socialistas de la CRUE. Al presidente del Gobierno le hacen la tesis y los rectores no protestan. Desde una cátedra de la mayor universidad pública, la Complutense, la esposa del presidente del Gobierno favorece contratos públicos desde una cátedra universitaria creada para ello, y los rectores no se dan por aludidos. Mientras le den dinero, aunque sea hurtado a las empresas privadas obligadas a cerrar en pandemia, como los fondos Next Generation, derrochados por los rectores, para contentar a sus votantes, el voto es lo único que importa.
La autoridad, la ciencia, la ética, se relegan a los votos, no hay resquicio para la libertad, para el riesgo, para la crítica. La patria, que valora el Gaudeamus Igitur, es cosa de fachas, lo único que interesa es la vanidad y el dinero. Con el dinero se compran casi todos los votos, y con la vanidad se alimenta con premios y medallas de hojalata para que voten al rector. Los rectores han aprendido el recurso socialista de dar premios y medallas a los académicos para halagar la vanidad y que le voten.
Ahora el Gobierno anuncian un plan de intimidación de los medios de comunicación, para que no “publiquen bulos”, cuando el principal emisor es el propio Gobierno, que hasta ha cambiado el concepto de desempleado con los “fijos discontinuos” ocultando medio millón de parados reales que no se cuentan. El Banco de España, recién entrado el Presidente Escrivá, sube varias décimas las previsiones de crecimiento del PIB español. El CIS, INE, Banco de España, todo a las órdenes del Gobierno, los Altos tribunales, la Fiscalía General del Estado, sin independencia. Pero a los rectores les da igual la dictadura, con tal de recibir dinero.
Mientras la deuda hunde al país, en la calle las empresas decrecen por el acoso fiscal necesario para mantener el sector público. Las universidades públicas sostienen la dictadura, y tarde o temprano tendrán que dar cuentas públicas, y los colaboradores también. En el teatro griego clásico, el coro cantaba: los hijos están predestinados a pagar errores de sus padres. En España ya ocurre, pero los padres académicos no se enteran.
¿Cuál es el rol de una universidad en un país que ha transitado a una dictadura? ¿Qué hacer cuando se recorta la libertad de expresión por denunciar los casos de corrupción? Callar para recibir más medios no es una actitud honorable.
Adular, obedecer, arrodillarse ante dictadores no es virtuoso, y nada bueno puede surgir de ese principio. ¿Qué excelencia formativa cabe en esta atmósfera?
Gestionar bien no es crecer, es hacer más con menos medios. El producto que se impone en el mercado es el que a menor precio produce más satisfacción a los clientes. Gestionar bien no es tener más clientes cautivos. Hacer eso es competencia desleal contra los que ni pueden ni deben hacerlo.
China es hegemónica en el comercio mundial porque compite deslealmente, con costes laborales cuasi-esclavos. Nosotros le compramos de todo y aquí tenemos paro porque se produce casi nada. Occidente tiene que despertar ante esta deslealtad comercial, sostenible porque en China la libertad es limitada, el chino prefiere la seguridad, creen que votar es un juego. Y algo de razón tienen viendo el desastre de los burócratas europeos.
La universidad pública, subvencionada un 80%, hace competencia desleal a la universidad privada ¿Por qué creen ustedes que ocurre? Hay que ser tonto para creerse el cuento socialista de la igualdad de oportunidades. Si sobran universitarios, si 3.800 titulados valencianos emigran cada mes de la Comunidad Valenciana, hay otros motivos.
Todo lo que hacemos los humanos es por propio interés, aunque el propio interés no tiene porque ir contra nadie (B. Spinoza y Adam Smith dixit). Pero existe el coste de oportunidad, si financias con impuestos la educación universitaria pública, que no es un bien esencial, ¿Por qué no a las panaderías, a los productores de arroz, de frutas, la ropa? ¿No es más esencial el pan, el arroz, la fruta, la ropa, que la universidad? El señor Amancio Ortega produce y vende ropa, sin ayudas del Estado, hace más con menos, mejores productos a buen precio, por eso Inditex es líder mundial en su sector.
Alguien puede decir que la educación es un bien diferente. Bueno, supongamos, pero debe haber libertad de elegir. Si no hay libertad, si te obligan hasta los niveles pre-universitarios, y en el universitario se regala ¿Por qué? y ¿Por qué no el pan, el arroz , la fruta o la ropa que son bienes esenciales?
No hay efecto sin causa. Si creces ofreciendo productos muy por debajo del coste real, no compites, haces competencia desleal. El motivo del descuento, quien lo decide, el Gobierno está interesado en que se aprendan unas cosas y otras no, adoctrinamiento.
Los actos de apertura de curso en la universidad son representaciones teatrales. Nunca fui en vivo, pero como la propaganda digital permite verlo sin que lo busques, me rendí a ver la representación: “La universidad celebra la llegada de la dictadura”. Rectores, políticos y académicos figurantes, cantan el Gaudeamus Igitur, ocultan la verdad, mienten con alegría, se halagan mutuamente. ¡Qué excelentes somos!
Mientras la libertad disminuye y la economía está hundida, los académicos se visten con coloridas togas y birretes, escuchan sin rechistar a la ministra socialista Diana Morant, que dice “España es el país que más empleo crea de la UE”. Lo que ocurre es que olvidó una palabra importante: “España es el país que más empleo público crea de la UE”. ¿Hace falta ser listo para crear empleo público? Es lo más fácil y más inconveniente porque crea deuda, gasto público superfluo, impuestos. No hace falta ir a la universidad para tomar esas decisiones.
Como el PP no se entera de las tramas socialistas, Mazón escucha a los rectores socialistas como lloriquean y abren las manos para derrochar mejor, replicando grados en todas las universidades. En Estudi General se enseñan Ingenierías, y en la Politécnica Bellas Artes. El mapa universitario valenciano es un caos derrochador, con grados tan absurdos. Sobran miles de administrativos evitables con digitalización y gestión eficiente. Pero en la universidad pública lo que importa es el voto. Ni la verdad, ni la excelencia, nadie critica, arriesga, porque se persigue al disidente.
Rector y secretario general continúan bailando en el Titanic, la música suena y los bailes denotan alegría general, halagos a diestro y siniestro. Dijo que hay burocracia, pero como si no fuera con él, no reduce administrativos pese a la digitalización, no amortiza profesores multiplicando dobles grados. No dijo que suspendió el foro de empleo, con todo el gasto hecho, porque “progres acampados contra Israel” eran un peligro para la seguridad, no sea que el dictador se enfade.
El President de la Generalitat, dejó caer una sugerencia: “La universidades valencianas deben cooperar”. No dijo que hay sobre oferta de títulos replicados, que habría que recortar presupuestos, para no perder los pocos votos de las universidades públicas. Debería recortar un 30% el presupuesto, y verían como dejarían de derrochar. Tampoco dijo que fuese a bajar el impuesto de patrimonio, que X. Puig subió (un 30% el mínimo exento) en su última legislatura. Estamos esperando que lo haga.