El sistema educativo público español victimiza al estudiante para adoctrinarlo.
Un país que no levanta su voto contra un presidente que dice que el mejor sitio donde puede estar el dinero del ciudadano, no es en su bolsillo, no puede estar bien educado, porque no respeta la libertad. La democracia no sirve para gestionar organizaciones eficientes al fundamentarse en una hipótesis falsa: la igual validez de todas las opiniones. El voto iguala artificialmente lo diferente; es un mal menor. El propietario cuida la propiedad como la madre al hijo. El Estado desconfía del ciudadano como el carcelero del recluso. ¿A cuántos soldados invasores desmotivados, equivale un soldado invadido que defiende su patria? La empresa privada busca la satisfacción de todos los clientes. El gestor público, la de su partido político.
La principal diferencia de la universidad pública (UP) y la privada consiste en la politización de la primera, gobernada con ‘democracia’ ponderada; elecciones continuas de todo tipo de cargos, votando también administrativos, personal de servicios y alumnos. La UP no es bien esencial, causando un déficit superior a 10.000 millones anuales (sin contar becas), que generan 1.200.000 universitarios públicos pagadores del 20% del coste. Tres de cada diez no se emplea; 1,7 se independiza. La población entre 25 y 34 años con FP en la UE es el 45,8% y en España el 23,2 %. Las familias hacen como el mal comprador, que paga un producto rebajado (80% descuento) que no necesita, enviando a sus hijos a la UP, cuyo titulo no sirve para emplearse, por exceso de titulados.
España, es como un ejército desarmado (desempleado), con más generales (ingenieros, licenciados) que soldados (titulados FP), deformados por el socialismo/separatismo. La buena educación debería informar también sobre ideas liberales, dejando que alumnos eligieran y conformaran sus propias opiniones. Requiere profesores sabios, comprometidos, tolerantes, sin ánimo adoctrinador, respetando la libertad del alumno. Imposible en España por los criterios de selección, sin vocación ni capacidad garantizada, principalmente en las autonomías separatistas utilizando la lengua como instrumento de filtrado.
El Estado impone contenidos educativos, eliminando toda idea liberal, retorciendo el concepto de igualdad, confundiendo anhelos (vivienda, empleo) con derechos, inculcando ideología de género, banalizando la natalidad, fomentando el aborto. La instrucción pública (IP) excluye el esfuerzo, no enseña a entender la vida, ni a ganársela. Acabar con esta imposición de IP socialista es urgente prioridad de un Gobierno alternativo, permitiendo desgravaciones fiscales de gastos educativos privados. Si quiere que sus hijos no interioricen dogmas socialistas; separatistas en el 30% del territorio nacional; sáquelos de la instrucción pública cuanto antes. La IP desperdicia el talento, desincentiva la actividad privada; abusan de mayorías para conseguir ventajas; se victimizan para conseguir objetivos; confunde medios (aprobar) y fines (aprender); sustituye la ética por votos.
La politización, las infinitas votaciones en centros educativos conduce por influencia de las mayorías a un sistema degenerado: búsqueda del camino fácil, aumento del gasto, el logro regalado. El universitario viene victimizado de secundaria, creyendo falsos mitos: lo importante es aprobar no aprender, el profesor es un obstáculo para aprobar; el título me suministrará un buen empleo. Los ‘representantes’ del alumnado público parecen sindicalistas: gestionan sedes, ordenadores, ayudas, son miembros de comisiones que conceden becas, poder regalado, burbuja demoniaca. Aprenden a chantajear victimizándose, coaccionan a profesores inventando agravios para lograr ventajas, incitando a compañeros a falsas encuestas y denuncias sobre algún profesor que intente corregir sus excesos; como la degradante reclamación generalizada de cualquier nota en cualquier examen, de cualquier alumno, combinadas con sistemáticas ausencias a clase. Disfrutan poder corrosivo que el politizado sistema les concede, inhabilitándoles para la vida real cuando salgan de la universidad. Dicen que sobradamente preparados, pero no saben esforzarse, disciplinarse, obedecer, escribir sin faltas…
Las victimas fingidas ya están en la calle, como las 15 jugadoras de la selección femenina de fútbol, manifestando descontento con el seleccionador, esperando su cese por la fuerza del número de quejas. El adoctrinamiento separatista usa la victimización, inventando agravios, tergiversando la historia y fomentando el odio anti-español. En España no hay igualdad ante la ley; peligro para el varón, cualquier mujer puede victimizarse contra él. La primera ley a cambiar, por inconstitucional, es la ley de género.
Artículo publicado en Las Provincias