El derroche público no es solo responsabilidad de Gobiernos.
La ley de Campbell nos enseña que la cantidad es un patrón inconveniente para la evaluación de personas. Tratándose de una organización la cantidad equivale al tamaño. Sin pretenderlo, su ley insinúa que crecer sin freno conduce al colapso, y coincide con el principio de belleza de Miguel Ángel: quitar lo que sobra . Eliminar lo superfluo es recomendable. Una falacia circula entre gestores públicos, la identificación de la calidad con la cantidad, de la eficiencia con el tamaño. Para ir rápido cuanto menos tamaño mejor, para resistir y llegar lejos, el tamaño ayuda. Pero esto es en el mundo real, el privado. El sector público no quiebra porque la deuda la pagarán otros. El tamaño demasiado pequeño nos hace menos resistente a una crisis en el sector privado, particularmente si el Estado en lugar de ayudar a las empresas, las ataca fiscalmente como pasa en España. Una de las debilidades del sistema económico español es la pequeñez de la enorme mayoría de las empresas españolas, el 99,8% son pymes, demasiado pequeñas para resistir crisis. Las cotizaciones sociales son tan altas que contratar es demasiado caro. Cada medida fiscal del Gobierno Sánchez elimina autónomos. La consecuencia es más desempleo y más economía sumergida. La vida media de las empresas líderes en el mundo es de treinta años, por avances tecnológicos y porque muchas fusiones fallan. Más grande no es más eficiente. Singapur, Taiwán, Hong Kong son países muy eficientes y pequeños. Más tamaño es mas burocrático y caro. Los grandes imperios cuando no son eficientes acaban derribados por pequeños ejércitos. Las mejores universidades del mundo son privadas y pequeñas. Se confunde la inteligencia, que es capacidad de adquirir conocimientos con sabiduría, que es saber utilizar la inteligencia y experiencia para tomar decisiones complejas. La generalizada ausencia de ideas liberales en la educación, la influencia sindical y la politización induce a no reducir gasto superfluo. La digitalización permite reducir gasto administrativo pero no ocurre en el sector público. Crece el teletrabajo y baja la productividad. En lugar de amortizar plazas docentes con las jubilaciones, se inventan nuevas titulaciones superfluas para no reducir tamaño. Una buena gestión es aquella que es más eficiente, que mejora el servicio que ofrece con el menor número de empleados que trabajan en un ambiente motivador. Mejorar gastando y endeudándose, no es mejorar la gestión, sino malversar. El complejo del tamaño acecha identificando mejor gestión con crecimiento, ya sea de grados ofertados, estudiantes. Tal vez sería más conveniente mejorar la empleabilidad , no replicar titulaciones ya ofertadas en otras instituciones públicas, adaptar la investigación a criterios comercializables (que eso es la innovación) en lugar de producir montañas de conocimiento fungible, producir para contarlo, sin satisfacer necesidades ajenas. La rigidez pública dificulta mucho eliminar oferta superflua, una vez creada. Los dobles grados transversales en Informática o Telecomunicaciones con Humanidades, Economía, o Derecho, son convenientes (si no están ya ofertadas), porque la legalidad, economía están presente en cualquier actividad. El gobierno autonómico debería racionalizar el mapa de titulaciones ofertadas, evitando réplicas de ofertas, lo que significaría un ahorro de gasto enorme. Ofertar un grado de Obras Públicas y Matemáticas, por ejemplo, no interesa a nadie. La economía española importa mucho y produce poco, sin soberanía productiva, genera paro, y expulsa el talento porque España no ofrece oportunidades laborales al millón y medio de universitarios. Los mejores alumnos tienen que irse, emigrar para ser valorados profesionalmente. Con una deuda pública de 1,8 billones cuando entre el nuevo gobierno, los rectores deberían pensar en el bien común. Sobran miles de administrativos con la digitalización, no se amortizan plazas tras jubilaciones, y los profesores hacemos de administrativo. El sistema de gobierno de las universidades, politizado, gasta más energías en votaciones y propaganda que en arriesgarse. Sobran vicerrectorados de internacionalización, comunicación, inclusión, … Los cursos de formación (sacados de las manos sindicales), la FP de calidad son nichos de actividad que la nueva universidad pública debería liderar, racionalizando el mapa de titulaciones de universidades públicas. Los doctorados deben adaptarse más a las necesidades de la empresas y no orientarse por directrices académicas.
Enviado a Las Provincias
Enviado para ser publicado en el diario Las Provincias en agosto de 2023