Los partidos políticos no son organizaciones que busquen el bien general. Se han convertido en agencias de colocación.
Que la democracia es imperfecta y débil se observa por los resultados, el hecho de que el voto de un criminal valga lo mismo que el de un misionero, y que utilizando el vehículo electoral en Alemania llegasen a gobernar dictadores causantes de genocidio. En España, los separatistas adoctrinan en los colegios a niños durante décadas, convirtiéndolos en adultos que odian España. Este PSOE desde Zapatero, ha politizado todo el sistema educativo, estableciendo principios socialistas como verdades: lo privado es sospechoso, lo público es bueno, rebajando la exigencia, el esfuerzo, la crítica, el espíritu emprendedor y la ética. Regando de subvenciones a la cultura y organizaciones feministas y sindicatos, mientras saquean a impuestos a los autónomos y pymes, eliminando la iniciativa privada y la clase media. Los comunistas, separatistas, y terroristas blanqueados se unen al PSOE para destruir España. En Venezuela, Cuba, y Rusia votan y padecen dictaduras donde acaban con el disidente a su manera. En 1976, el psicólogo y sociólogo estadounidense Donald T. Campbell, en su artículo “Assessing the Impact of Planned Social Change” , predijo una ley de comportamiento social, que lleva su nombre: “Cuanto mas se usa un indicador social cuantitativo para tomar decisiones, tanto más expuesto quedará a presiones que lo corrompan, y tanto más perturbará y corromperá los procesos sociales que pretende medir”. Si observamos el método democrático de elección de representantes políticos, el proceso electoral es un indicador cuantitativo (una persona un voto) para decidir la lista electoral más votada. Lo que subyace debajo de la ley de Campbell, es que los compiten en un “ranking” pervierten el proceso para sacar ventaja y ganar. Los partidos políticos no son organizaciones de altruistas que se constituyen para servir al interés general. Es una hipótesis ingenua, se han convertido en agencias de colocación, sin garantías éticas ni de formación, organizaciones dedicadas a conseguir el poder. En esta España donde la ética desaparece, más realista es suponer que los partidos políticos buscan el interés particular de su rebaño, que es su partido, y que consiste en alcanzar el poder primero, y una vez conseguido, tomar decisiones que no buscan el interés general, sino el particular de su partido, aliados o clientes. Aristóteles lo calificó tal sistema de gobierno tiránico. No es de extrañar que nos esté pasando, y que partidos políticos una vez alcanzan el poder, mientan, cambien las leyes tomando decisiones que en lugar de ir dirigidas realmente al interés general, benefician a los que les votan, y que entre ellos se repartan el motín que les permiten las leyes, y consiguen la mayoría aritmética para perpetuarse. ¿Es razonable que la coalición de muchos partidos pequeños, separatistas y comunistas incluidos, que sumen un escaño más que un partido con todos los demás escaños? Eso ocurre en España y son ejemplos de las perversiones anunciadas por Campbell. También son anomalías democráticas tener presidentes y ministros que mientan, ministerios para fomentar la división ciudadana, que se declaren inconstitucionales varias decretos ley y nadie dimita, que la subvencionada inmigración ilegal aumente sin freno y la natalidad decrezca con alarma, que no se respete la propiedad privada. ¿Quién nos garantiza con nuestra ley electoral y de partidos, de listas cerradas y bloqueadas, que no tenemos delincuentes al mando de gobiernos?. Los países tienen leyes electorales mejores y peores, división de poderes reales o aparentes, leyes que se aplican o no, mecanismos de filtrado de candidatos o no; listas electorales abiertas o cerradas, etc. España es un país donde las garantías al elegir a los candidatos a representantes o empleos públicos son muy laxas, sobre todo desde hace dos décadas. En España tenemos presidentes, ministros y cargos públicos de gran responsabilidad, que avergüenzan por el bajo nivel intelectual y moral. Luego conducen al país y generaciones futuras a la ruina y la miseria. Votantes suficientes proporcionan a gobernantes sin escrúpulos el martillo para destruir España. Hace 45 años que Campbell nos advirtió, pero entre la propaganda de comunistas, separatistas; los intelectuales a sueldo y nuestra manera mojigata de votar, tenemos los gobernantes comunistas y separatistas que permitimos elegir. Alemania corrigió errores y los prohíbe.