Por qué la decadencia ética y técnica de las élites

Las élites empeoran porque la universidad empeora.

La flagrante incapacidad de las élites en España y en la UE, resucita la obra de Wilfredo
Pareto (1848-1923) estudioso del tema, y para quien la historia es un cementerio de
élites aristocráticas. Urge educar a las élites en la ética y la eficacia en la gestión
política, para dirigir y gobernar bien. Pero, ¿dónde se forman las élites?, se supone
que en las universidades, aunque algunos ni eso, toda su vida adulta dentro de un
partido político. Desgraciadamente, en la UE muy pocos tienen experiencia en el sector
privado, y menos aún exitosa.
Las personas hacen lo que aprenden hasta que a encontronazos con la realidad
rectifican o se encanallan. En la universidad pública se aprende a obedecer, a
confundir la verdad con lo que dice la mayoría, a perseguir al disidente tendiéndole
trampas y molestando, a huir del riesgo, a amar el Estado y despreciar la vida
empresarial, a depender del Estado, a hacer saber en lugar de saber hacer. Tres de
cada cuatro titulados quiere ser funcionario. Los criterios de evaluación y promoción
se basan en cantidades que fomentan el conocimiento fungible.
Obedecen porque todo mediocre laborioso y obediente llega a la cima. Plantillas
infladas en número y categoría es la recompensa. Rectorados inflados como los
gobiernos de los políticos. Las universidades repletas porque la formación está
regalada, también para residentes sudamericanos. Somos el pupitre y el ambulatorio
regalado del mundo. Los servicios de atención primaria están saturados. Para hacerte
una ecografía tienes que esperarte 9 meses. Pagamos impuestos escandinavos,
recibimos servicios africanos y la corrupción progresa.
El mapa de titulaciones en nuestra autonomía es caótico, la especialidad de las
universidades es ficticia, todas ofrecen lo que desean, se inventan multitud de
titulaciones dobles para justificar profesorado innecesario. De administrativos, no
digamos, ni la digitalización, ni la inteligencia artificial evita la burocracia digital, ni la
amortización de personal innecesario. Y además los rectorados siempre pidiendo más
dinero. Si fuera de calidad, las familias pagarían más, ¿por qué no se financian con las
matriculaciones? Lo que venden, engañando, es “la igualdad de oportunidades”.
Hace 50 años, también había esa igualdad, pero se exigía ser muy buen estudiante,
que empujaban al país desde sus puestos de trabajo. Hoy, estamos saturados (5 veces
más) de empleados mediocres, ideologizados a través de las lenguas, que tele
trabajan y a los que hay que pedir cita previa para que te atiendan.
En las delegaciones de alumnos de las facultades de las universidades públicas se ven
los cachorros que de adultos vemos en los partidos políticos. La incompetencia técnica
y la falta de ética se mama en la universidad pública. Ser presidente de la Comisión
Europea, comisario europeo, presidente de gobierno, ministro nacional, rector, hoy día
no garantiza ninguna capacidad de gestión, más bien sucede lo contrario. Nadie
elimina lo mucho que sobra, se derrocha a manos llenas, a nadie le importa la deuda
del país, sólo continuar en el poder, engañar a todos para que los voten, saquearnos a
impuestos, y vivir con privilegios.

En España, por ejemplo, las clases medias desparecen, tenemos cuatro millones de
parados, con más de un millón camuflados en la desinformación ministerial (fijos
discontinuos, personas en formación, en disposición limitada, en ERTE ). En muchos
sectores no encuentran trabajadores sobre todo menores de 25 años, que en lugar de
trabajar van a la universidad a hacerse funcionarios, con una formación regalada, sin
darse cuenta que cada día más de 1.100 titulados tienen que emigrar porque aquí casi
nadie trabaja ni hay actividad económica privada suficientemente bien pagada.
La vivienda es inaccesible en grandes y medianas ciudades, nacen menos niños en
España que adultos mueren. Las mascotas e inmigrantes irregulares compensan con
creces a los no nacidos y cien mil abortos anuales. Los gobiernos dicen que no
tendremos nada y serán felices. Y quién les dice que esto es un error, les señalan
como anti-demócratas, fachas, etcétera. Millones de votantes forofos, funcionarios,
personas con buenos empleos privados y pensionistas consolidan con su voto a estos
gobiernos traicionando a sus propios hijos y nietos. La propaganda oficial les asusta
con que si no votan a estas élites, volverán los fachas que les quitarán la
“democracia” que disfrutan las élites. La moderación y la búsqueda del centro,
perpetúan a los traidores . Los recortes de libertad de expresión que ya ocurren,
precederán a recortes de pensiones e ingresos públicos, cuando nos vuelvan a
rescatar.
Hace 15 años Grecia fue rescatada con una deuda per cápita inferior a la española
actual. Las pensiones y empleos públicos se redujeron un 30% durante diez años, se
privatizaron hasta los puertos para pagar la deuda. En España se endeuda para
gobernar, subvencionando a organismos fantasmas, a sindicatos a ONG que traen
inmigrantes ilegales coordinados con las mafias, mientras la pobreza avanza. Los
jóvenes españoles para acceder a la vivienda tienen que ser ayudados con
donaciones de padres y abuelos, en las comunidades donde no gobiernan los
socialistas. La ruina no es solo económica, también es política. ¿Se cumple el articulo 8
de la Constitución? ¿Quién defiende la integridad territorial y el orden constitucional
en España? ¿A quién obedecen las Fuerzas Armadas? La ruina también es moral
porque la ética y los valores espirituales han sido eliminados del sistema educativo,
sustituidos por ideología de género y anti-patriótica separatista. Doce personas se
suicidan diariamente en España.
Pareto ideó un principio de gestión eficiente de una organización, de mejora respecto
a un criterio, cuando al menos uno de sus miembros mejora sin que ninguno
empeore. El principio de Pareto es difícil de aplicar en el sector público por las
rigideces igualitarias y de enfrentamiento socialistas. Pero sería aplicable en los
incentivos de productividad. Aquí entramos en otro error ampliamente extendido,
advertido por Donald T. Campbell (1916-1996): cualquier evaluación cuantitativa de
personas degenera y obtendrá resultados contrarios a los deseados. El lucrativo
negocio de los rankings, explica la generalizada mediocridad de la élite dirigente,
adiestrados en la incompetencia ética y técnica en la universidad pública. La
evaluación cuantitativa permite atajos que falsea las cantidades, y la excelencia no se
mide con cantidades de nada, es un hábito (Aristóteles dixit).

La evaluación correcta debería ser definir lo que es excelente para cada universidad,
por ejemplo, en investigación, la innovación que es investigación comercializable. En
educación, la empleabilidad de los titulados. El negocio de los rankings produce
montañas de conocimiento fungible generando mediocridad. Bastaría con
preguntarle a los evaluados ¿Qué ha hecho usted durante el periodo X y por qué es
excelente?
Una de las principales diferencias entre la UE, China, y EE.UU, de las que se ha ocupado
el informe Draghi, es la postura de los gobiernos respecto a la actividad pública y la
privada, que importa mucho, tanto en la productividad, como en los impuestos. La UE
practica una gestión socialista, toda medida pasa por gastar más, con los riesgos de
endeudamiento y altos impuestos y cotizaciones. China practica comunismo
capitalista de Estado dentro y compite deslealmente en el exterior con precios bajos.
EE.UU es un mercado libre y capitalista, con menos obstrucción sindical, impuestos y
costes energéticos. La UE no puede competir y fomenta el decrecimiento, impuestos
altísimos, destrucción del sector del automóvil, del sector primario. Las élites UE
parecen sobornadas, gobiernan contra los europeos.
En una organización privada, la eficiencia del rendimiento de la organización puede ser
variable: satisfacción del cliente, ventas, satisfacción del accionista; depende de la
organización. Los criterios de eficiencia en una organización pública en España están
contaminados por la politización, ya que se vota para decidir cualquier cosa, lo real, lo
verdadero es lo que opina la mayoría, lo cual produce un vuelco de irrealidad en los
criterios, porque lo que importa es el voto de las personas que lo pueden hacer. Si se
fijan, la satisfacción del servicio, de los clientes o usuarios del bien o servicio ofrecido,
se invierte el criterio de eficiencia pasando a priorizar la satisfacción de los
empleados de la organización. Lo que cuenta es el voto, y esto supone una lista de
ineficiencias, derroche y malversación de gasto. Nadie amortiza lo que sobra, en todas
partes se derrocha gastando más. La satisfacción de los servidores en lugar de los
servidos, es el gran paradigma de la gestión pública versus la gestión privada. ¿Y
cómo se produce este cambio en la práctica? Gastando más y no eliminando lo que
sobra.
Tengan en cuenta el role sindical, que muchas empresas tratan de evitar por las
consecuencias tóxicas dirigidas al menor trabajo y los mayores privilegios posibles. La
fragmentación en pequeñas empresas, que resta productividad, en España se debe
en gran parte a que a partir de 11 trabajadores tienes que tener un parásito sindical.
Las políticas de “igualdad”, las cuotas feministas, todas las llamadas “discriminaciones
positivas” quiebran todo principio de igualdad y de eficiencia.
Las organizaciones públicas desde hace dos décadas por lo menos, practican estas
políticas de género, de cuotas a favor de la presencia de mujeres en todo tipo de
concursos, y contrataciones. Esto supone no sólo una discriminación negativa del
varón, también de varones homosexuales. La existencia de las cuotas ya es un hecho
coercitivo, resta operatividad, porque permite impugnaciones, molestias, retrasos,
que dificultan la gestión.

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