No es país para jóvenes

Los jóvenes españoles están manipulados, engañados y adoctrinados por el Gobierno Sánchez

En el poema de Jaime Gil de Biedma (1929-1990): “No volveré a ser joven”; habla de que los jóvenes quieren llevarse la vida por delante, dejar huella. Esos jóvenes ambiciosos no existen ya en España, arrasada por el comunismo de Zapatero y Sánchez. Una sociedad cuyos miembros no quisieran o no pudiesen tener descendencia, desaparecería; como resultado una epidemia esterilizante. Algo así ocurre en España. Hay varios factores: la mayor edad de autonomía económica de los jóvenes, favorece la infertilidad; la escasez de ayudas a la familia y la rigidez para conciliar; la adicción al trabajo que interpreta la maternidad/paternidad como un obstáculo para el ascenso social, acaban renunciando a la procreación; el fomento del aborto (90.000 anuales); la legislación que culpabiliza al varón le previene contra un vínculo estable; la precariedad laboral sustituye de hijos por mascotas (En España hay 5,3 millones de niños menores de 12 años y 29 millones de mascotas). El efecto llamada a la inmigración irregular, financiando ONG cuya actividad camuflada de humanitarismo converge con intereses de mafias y gobernantes que utilizan la inmigración como arma política, para conseguir inconfesables objetivos. Parece confirmarse la profecía islámica: “conquistaremos Europa a través del vientre de nuestras mujeres”. La clase media desaparece en España, desde 2005 la renta per cápita española ha decrecido. El PIB español no crece, porque tampoco lo hace la actividad privada, por exceso del sector público y de deuda. La innovación es escasa a pesar del narcisismo académico, porque la universidad pública ni arriesga ni enseña a arriesgar, orientada al hacer saber (rankings) en lugar del saber hacer, produciendo conocimiento fungible, sin generar prosperidad. El descenso demográfico desde 2009, naciendo cada año aproximadamente 14.500 españoles menos que el anterior. Si continúa, y nada cambia, en dos generaciones, entre abortos y descenso de natalidad, la mitad de los cristianos españoles serán sustituidos por descendientes de inmigrantes. Al tiempo, el efecto llamada de gobiernos comunistas fomenta la inmigración irregular, bajando salarios, expulsando a muchos españoles al exterior. Los oficios manufactureros casi han desaparecido, no hay carpinteros, albañiles, capataces, soldadores, fontaneros, electricistas, camioneros, agricultores, recolectores, camareros,…. Casi un millón de jóvenes ni estudia ni trabaja; 1.200.000 universitarios públicos llenan universidades excedentes. Pocos encontrarán empleos relacionados con la titulación, porque no están adiestrados a emprender y se importa de todo. Los jóvenes españoles no trabajan, la subvención comunista de los 400€ se pervierte para comprar cosas que revenden en plataformas, practicando corrupciones de dictaduras. La educación pública socialista deforma al estudiante en el anhelo de que el Estado lo resolverá todo. La mayoría de los jóvenes no tiene experiencia laboral, quieren ser ingenieros o licenciados, si se emplean lo hacen precariamente, y con las subvenciones comunistas rechazan trabajos mal pagados. Ningún joven quiere trabajos en el campo, nadie quiere ser trabajador manual, les regalan la universidad (descuento del 80%), creen que el titulo universitario les arreglará la vida, lo que es falso, por exceso de titulados. La economía de la no-producción, importando masivamente lo que podemos producir y con la que emplearíamos, genera paro. La desproporción de empleados públicos obliga a impuestos y cotizaciones sociales altas, que penaliza el empleo privado generando paro. Impuestos elevados, endeudamiento impagable, irresponsabilidad gobernante que en 18 años ha multiplicado la deuda pública por cuatro – una tremenda injusticia intergeneracional que hipoteca el bienestar de varias generaciones, con todavía más impuestos y peor estado de bienestar-. Los que votan por primera vez, están desinformados, desmotivados y engañados, ideologizados en centros de enseñanza de socialismo disfrazado de igualdad y delirios de género. La mayoría de jóvenes trabajan poco y leen menos (ignorando por tanto las ideas liberales) y carece de valores espirituales y morales (perseguidos por el socialismo), entregados al hedonismo de las pantallas que facilita la tecnología. Gobiernos comunistas/separatistas no piensan en ellos más que para comprar su voto, equivocadamente suben el salario mínimo, persiguen fiscalmente al autónomo, cambiando de nombre a los que quieren trabajar y no pueden, una economía más planificada que de mercado. En realidad el joven español tiene un futuro precario, salvo los afortunados que vivan en el oasis liberal de Madrid.

Artículo publicado en Las Provincias

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