Jóvenes engañados, utilizados, infelices.           

Sin esfuerzo y sacrificio no hay paraiso.

La juventud es un defecto que se cura con los años, pero en España, dura hasta pasada la treintena. La felicidad es un estado personal de armonía entre lo que se piensa, se dice y se hace. Seguramente, solo se puede ser feliz instantáneamente. Uno no puede pensar, vivir, trabajar, amar bien, sin comer bien, así que un buen empleo es necesario, a falta de excepciones patrimoniales. Al que mal vive, el miedo le acompaña, no tiene libertad. La envidia es un indicador de la mala vida que uno lleva, y en España abunda. 

Pobre es el que necesita a los demás para ser feliz. Si tienes dinero puedes sustituir la felicidad comprando algunas sucedáneos . Un rico es el que no necesita a los demás, tiene la libertad de prescindir. Para ser libre hay que ser valiente, seguro, no tener miedo. 

La propiedad da seguridad, necesaria para la libertad, por eso el socialismo identifica los ricos con los propietarios, y quiere acabar con ellos. Los budistas postulan liberarse de las posesiones para alcanzar la libertad.  Pero no, los comunistas no son budistas, porque el comunismo quiere privar de propiedades a los demás, pero para quedárselas ellos y sus afines. 

Los defensores de la agenda 2030 tampoco son budistas, no quieren que comamos carne, que no usemos aviones, pero ellos si usan los aviones y comen carne.  Tampoco son cristianos, porque no quieren para sí mismos lo que quieren para los demás. Son progresistas, buscadores de más impuestos, más abajo veremos las consecuencias socialistas.

La justicia fiscal debería buscar acabar con los pobres, no con los ricos.   Los socialistas  traducen todo en cantidades, porque cuando se acaba el dinero, no saben hacer nada. Todo lo que les importa es material, medible y contable.

El socialismo cuantifica el patrimonio, y deciden quien es rico, a capricho, para recaudar y para mostrarle a su clientela que “persiguen” a los ricos, a los que señalan como responsables de la pobreza. El “moderado” Puig, rebajó un 30% el mínimo exento del impuesto de patrimonio en su última legislatura, sin despeinarse convirtió en ricos a miles de valencianos más, y escribió un articulo en el País, diciendo que eran inventos las quejas fiscales. 

Para el socialismo la economía sigue el principio marxista de suma cero, unos ganan y otros pierden. El socialismo gobernante decide quién gana y pierde, palos a los ricos, promete que dará zanahorias a los pobres y se queda una comisión para sus vicios clientelares. No entienden comportamientos contra intuitivos. La felicidad capitalista, si llega, es bien tarde y después de mucho esfuerzo. Luego viene Hacienda y los saquea si tienen beneficios; y si no, que se fastidien, aunque les obliguen a cerrar, como en pandemia.

El comunismo/socialismo surge en las sociedades prósperas porque les dicen a los pobres, que lo son porque son explotados, lo que es falso, como demostró la escuela austríaca de economía. No hay que confundir la verdad con la opinión de la mayoría. Los pobres siempre son mayoría, por eso, los comunistas dicen que los defienden haciéndonos pobres a todos. 

El pobre que trabajase duro en una sociedad capitalista, aunque de mediano talento, con esfuerzo y disciplina dejaría de serlo. Somos un país con 3,5 millones de empleados públicos, y 3,2 millones de autónomos. Los ingresos medios públicos un 30% superior a los privados, según datos de la Agencia Tributaria. ¿Normal? 

Importamos más que producimos, con escasa industria manufacturera; la agricultura y ganadería se persigue con absurdas leyes de restauración de la naturaleza, impuestos y trabas ambientales, que parecen querer exterminar nuestra soberanía económica. 

Nos dicen que no comamos carne ni pescado, que no tendremos nada y seremos felices. ¿Puede haber felicidad sin libertad, y libertad sin propiedad en Occidente? Los jóvenes españoles no quieren trabajos manuales, quieren llevar corbata y que trabajen manualmente los inmigrantes. 

No quieren trabajos de camarero, restauración, del campo, de cuidados, construcción, conductores. Pero hay 150.000 puestos de nivel ofertados que no se cubren. ¿Está adaptada la universidad al mercado laboral? Ni con el mejor gobierno posible tendríamos arreglo, estamos arruinados, como demuestra la deuda pública que tenemos. 

No hay que evitar dificultades a los hijos, sino enseñarle a superarlas. Tienen que trabajar, es necesario, de camarero, en el campo, de lo que sea. Después o simultáneamente mientras estudien, lo harán motivados. Presentarse con 30 años sin haber trabajado de nada es una condena de incapacidad para la vida (comunistas/socialistas de este perfil llenan parlamentos). 

Están equivocados, viven una ficción: la mitad del 1,25 millones de universitarios públicos no tendrá trabajo, y el 36% de los que lo encuentren harán trabajos con sobre cualificación y sub-remuneración, ingresos que no les permitirán independizarse (sólo se emancipan el 15,9% de los menores de 30 años). El coste de la vivienda no compartida consume hasta el 70% del sueldo. Problemas de salud mental, depresión, y peores. 

 Pero los jóvenes no protestan, adoctrinados de socialismo desde el colegio, los sindicatos callan para cobrar subvenciones, los periodistas disfrazan la realidad a cambio de contratos públicos de sus empresas. 

Cuando las familias despierten y no envíen a sus hijos a la universidad pública, las cosas empezarán a cambiar en España. Sobran muchos universitarios públicas, muchos miles de administrativos, y hacen falta trabajadores manuales. Hay un desequilibrio enorme, porque la universidad está muy subvencionada,  frustrando a los titulados. 

Nacer rico no es envidiable porque no tienen necesidad de esforzarse. Lo peor es haber sido mimado, vivir como rico sin serlo. Haber nacido en una familia pobre tenía la ventaja de la necesidad de esforzarte desde pequeño. Una educación exigente levantó España en los sesenta convirtiéndonos en la novena potencia mundial. Hoy, estamos más abajo del puesto 16 por PIB. Hay exceso de sector público y déficit de actividad privada, los jóvenes españoles no quieren trabajar, muchos adultos no pueden. 

Las cotizaciones sociales son tan altas que impiden contratar, destruyendo empleos privados.  Sobran televisiones y universidades públicas racionalizando el mapa de titulaciones; 60.000 millones de subvenciones clientelares anuales; miles de coches oficiales, escoltas, asesores, altos cargos,… Todo esta grasa permitiría rebajar impuestos y deuda, dinamizando la economía. Hace falta recuperar oficios con una FP potenciada en las universidades excedentes, sacando a los sindicatos de los cursos de formación. 

Las familias inteligentes saben que sus hijos tienen que esforzarse. Los ricos torpes, herederos, descuidando el esfuerzo de sus hijos dejarán de serlo en pocas generaciones. Creerse ricos sin serlo es la mayor estupidez.  El descenso de la natalidad, en los últimos quince años, aumenta las familias con un solo hijo, mimados, y la educación pública española ha excluido el esfuerzo, formando jóvenes mimados, pero sin ilusión. 

Muchísimas familias españolas viven la ficción de que porque pagan a sus hijos la universidad pública, subvencionada un 80%, tendrán un buen trabajo. Los padres universitarios creen que la universidad es como era la suya; y los padres no universitarios, están satisfechos de que sus hijos vayan, “la mejor inversión es la educación”, cacarean, sin enterarse, como cuando votan, de lo que ocurre.

Según la fundación BBVA, en 2021 y 2022, han emigrado 381.000 y 426.000 españoles respectivamente. Formamos españoles subvencionado al 80% , emigran los mejores, e importamos inmigrantes para hacer los trabajos manuales que los españoles no quieren.  ¿Qué joven español trabaja y de qué? ¿Esto es el progreso?. Universidades repletas de paseantes de libros, que no van a clase por tener clases enlatadas, que no aceptan ningún trabajo manual, con paguitas, subvenciones y transporte gratis, pobres que creen ser ricos.

Los padres deberían fomentar que sus hijos trabajasen, conocieran el valor de las cosas. La universidad pública los prepara para ser funcionarios, pero no para la vida real, ni para ganársela, ni para afrontarla. Las personas necesitan adiestrarse en el esfuerzo, a caer y levantarse, a hacer lo que no les apetece, a desarrollar músculos psíquicos, a disciplinarse, templar el alma para vivir. Nada de eso se aprende en la universidad pública actual, que mima a los alumnos para que llenen la universidad y voten a decanos y rectores.

Los jóvenes de hoy no están preparados para la vida, carecen de valores morales, ni de cooperación, tampoco para competir porque huyen del riesgo.  Tienen vigor físico, atesoran vicios de rico (con el bolsillo vacío pero con paguitas y subvenciones), rechazo del trabajo manual, hedonismo, gimnasio, botellón, adicciones; sin las virtudes del pobre: esfuerzo, sacrificio, disciplina, ahorro, gratitud.

La generación BB (nacidos entre 1958 y 1975) se esforzaba, trabajaba duro, por eso floreció el capitalismo virtuoso basado en trabajo duro, ahorro y continua reinversión del beneficio. Desde entonces cada generación ha empeorado porque el sistema educativo también lo hizo, las dos últimas décadas con alarma. El esfuerzo del alumnado ha sido sustituido por la ideologización y adoctrinamiento socialista, anti-español en las zonas con lengua propia. 

La universidad actual dirigida por políticas cuantitativas desincentivan el riesgo y la innovación, produciendo montañas de conocimiento fungible para lucir en rankings,

basada en investigación de confirmación, sin riesgo, para contarla.  Hoy con Sánchez, dicen que fomentan la igualdad de oportunidades eliminado el riesgo y el esfuerzo.

Es falso, no puede haber ascensor social sin exigencia. Estamos por debajo del lugar 16 en PIB, estancado durante dos décadas (descontada la inflación). La actividad privada decrece y la pública no para de aumentar. 

Estudios independientes de las fundaciones BBVA y AFI Emilio Ontiveros muestran la creciente desigualdad entre padres e hijos. Los jóvenes ganan menos que hace dos décadas, se amplia la distancia con la media europea. El paro juvenil es el doble que en la UE, la deuda pública se ha multiplicado por cuatro. Un tercio de los padres ha ayudado a llegar a fin de mes a sus hijos adultos en el último año. ¿Por qué no protestan los jóvenes? ¿Cómo estarán capacitados para dirigir a alguien? Necesitamos un presidente que no nos mienta más. España está argentinizada.

Deja un comentario