Investigación desechable

La tiranía de los rankings favorece la corrupción académica y deteriora la investigación

El mimetismo caracteriza a los humanos y preferimos comparar a pensar. Los gestores públicos españoles son aficionados, se dejan seducir por la superficialidad de los rankings. Las cualidades mas importantes de un profesor investigador son intangibles, se perciben, con evaluación personal y presencial: vocación de servicio, capacidad de comunicación, curiosidad, paciencia, resiliencia, humildad, disciplina, generosidad, dignidad, responsabilidad, credibilidad, empatía, ilusión,… Los baremos ignoran lo importante del asunto. La cantidad de aportaciones, no son indicadores de excelencia. El profesor universitario debe enseñar e investigar, pero cada día hacemos mas, a la fuerza, de administrativo, lo que evidentemente resta atención a las tareas nobles propias, a pesar de que los administrativos no disminuyen. El mundo al revés.

Donald T. Campbell, en 1976, enunció una ley, que deberían aprender todos los gestores públicos: “Cuanto más se utilice un indicador social cuantitativo, para la toma de decisiones, mayor será la presión a la que estará sujeto y más probable será que corrompa y distorsione los procesos sociales que se propone evaluar”. El motivo fundamental, es la debilidad humana, el escaso freno moral, hace que los humanos busquemos atajos, falseando datos.

En 2007, gobernando el siniestro Zapatero, paladín de la igualdad a la baja y del “progreso” sin esfuerzo, eliminó las antiguas oposiciones del profesorado, que no eran perfectas, pero evaluaban presencialmente a los candidatos. “El que unas personas sean juzgadas por un comité de expertos debía ser clasista”. El nuevo sistema de acreditación, se basa en la investigación declarada telemáticamente de cantidades de aportaciones.

Como advirtió Campbell, 30 años antes, la cuantificación generaría corrupción. En efecto, no se garantiza la “autoría real” de un candidato, en las frecuentes publicaciones de varios autores. La falta de ética genera picaresca: repetición escondida de una misma idea, replicándola varias veces para multiplicar méritos. La detección no es fácil, porque el trabajo de “referee” no está reconocido y es difícil saber si los autores están repitiendo ideas. Sólo la dedicación cuidadosa de un experto de toda la producción de un autor lo puede percibir. Esto se podía hacer con las anteriores oposiciones, ahora no.

La política de promoción naturalmente genera conductas, por eso el diseño de las mismas, como de las leyes, ha de ser sabio, prudente, y conocedor de las debilidades humanas. Los jóvenes profesores que han de ser evaluados por este procedimiento, y mientras se estabilizan profesionalmente, quince años después de la licenciatura, no se los quita nadie. En complicidad con sus mentores aprenden la picaresca de buscar atajos. Se embarcan en proyectos sin riesgo, para asegurar productividad y producen investigación desechable, que solo sirve para su evaluación. La investigación ya no es un fin, se convierte en un medio. Esto tipo investigación no trasciende.

¿Cree usted que alguien que trabaja de una determinada manera tanto tiempo, va a cambiar después?. La investigación de calidad y la innovación son lentas. Las ideas nuevas son escasas, hay que tener paciencia y estar tranquilo, alejado del barullo métrico. El estimulo de la cantidad, la prisa, produce mediocridad porque evita el riesgo. Además, el profesor universitario está estresado por los baremos y una burocracia digital creciente, generada por gerentes sin vocación de servicio, que solo aprecian la investigación como captadora de recursos, y maltratan al investigador.

El único premio Nobel científico español ocurrió hace más de un siglo. Ramón y Cajal, tenía medios precarios, pero talento comparable a Newton o Einstein. Los consejos para la investigación publicados por Cajal, opuestos a la ideología cuantitativa, deberían enseñarse en las universidades. La excelencia no es un tema de medios, es una actitud, un hábito de hacer las cosas bien. Necesitamos sistemas de evaluación cualitativos, educar a los jóvenes en el esfuerzo y el riesgo. Es falso que introducir mas inversión aumentaría la productividad del país, sin cambiar la política evaluadora, gerentes y gestores. Eliminar las oposiciones favorece que los mediocres lleguen a la cima. La ideología cuantitativa estimula la corrupción académica. Entregar el poder de la universidad al gerente, es responsabilidad única del rector que lo elige. Estos hechos combinados, hunden la universidad pública desde hace 13 años. Los largos viajes empiezan con un primer paso.

Artículo publicado en Las Provincias

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