El Gobierno miente sistemáticamente y se dedica fundamentalmente al marketing politico
Una buena obra de teatro, requiere un guion y actores de calidad. Un mal guion defrauda al espectador exigente. El buen actor es natural en la interpretación. La política tiene bastante de teatro porque hay que convencer. La deficiente educación, escasa lectura, y la tarea de los medios, favorece aceptar la mentira. No es lo mismo ser buen actor que mentiroso, al contrario, aquel debe mostrar empatía con el personaje, representar creíblemente un papel, incompatible con la sospecha de mentira por el espectador.
El presidente González era buen actor. Sánchez no, a pesar de su legión de aplaudidores, sólo es natural en el papel de matón y de narciso: “de quién va a depender si no es del gobierno, la Fiscalía General”, (se nota con la solicitud de archivo de la Fiscalía de 40 querellas contra el gobierno, reunidas y sin investigar). En cualquier otro papel, a pesar del recurso de hablar bajo para fingir emoción, se nota impostura. Para presumir y mentir, no tiene límites: “el estado de alarma ha salvado 450.000 vidas”. Sin freno moral, no duda en tergiversar informes, ocultar 19.000 muertos y engañar diciendo que en Diciembre habrá vacunas. Este gobierno considera a los españoles ignorantes, sumisos y capaces de aceptar cualquier mentira y pérdida de libertad.
En España sufrimos 3500 suicidios oficiales anuales, reales muchos más. Las profesiones de mayor riesgo cohabitan con la violencia y el uso de las armas. El consumo de alcohol y drogas multiplica por siete el riesgo de suicidio en depresivos y estresados. Cada año más de 15 guardias civiles se suicidan. Sánchez dijo lamentar el suicidio del terrorista Igor González, bajó la voz y la cabeza, sometiéndose a los deseos de Bildu. Desgraciada intervención, ausente de empatía con las inocentes víctimas de ETA y los servidores del Estado, identificó ETA y Bildu, simuló emoción para ganar apoyos. Ni Bildu cree los lamentos de Sánchez, ni éste se lamenta de verdad. Puro interés, ambos mienten y engañan al espectador, una especie de teatro del absurdo. La verdad, la dijo Thatcher aludiendo a los terroristas que se suicidan: “ellos tienen libertad de elegir su muerte, que no conceden a las víctimas”.
El papel de Iglesias es de fontanero, poniendo tuberías con sus afines: okupas. independentistas, separatistas y Comunes. El esperpento de la portavoz Montero: el “amor por España, que une al gobierno, ERC y Bildu”, solo lo iguala su compañera Celaá , cuando dijo que “los hijos no pertenecen a sus padres”. Lo peor del decreto Montero sobre los remanentes municipales, no era su torpeza, sino la evidencia de arcas vacías por la caída de inversión e ingresos fiscales, debidas al parón económico y el aumento de los gastos de prestaciones sociales. Los derrochadores olvidan que la deuda hay que pagarla con rigurosos vencimientos: antes de que acabe Noviembre hay que amortizar 83.855 millones, que no tienen. Los fondos europeos que esperan recibir están prácticamente gastados con mas deuda. La esencia socialista es: derrochar gasto, inventar impuestos e imponer prohibiciones. El ministro Escrivá, juega el papel de recaudador, y aumenta las cotizaciones sociales al 80% de los autónomos. La ministra Díaz, hace de forzada ahorradora, y deja fuera de la prórroga de los ERTES al comercio y la hostelería. Mas decente sería imitar a Italia y reducir los políticos, que en España son 445.568, uno cada 106 habitantes. El doble per cápita que Alemania o Reino Unido. Este gasto es bochornoso, insostenible.
Mientras padecemos 77.000 empresas destruidas; 22% de paro, 41,5 % juvenil; 125% del PIB de deuda; 100.000 viviendas ilegalmente ocupadas, la vicepresidenta Calvo, juega el papel de “ingeniera social”, aprovecha la posición de poder y nos avergüenza dando lecciones de democracia, con una ley totalitaria: “de memoria democrática”, inventando “verdades” oficiales para adoctrinar en las escuelas y prohibir todo pensamiento discrepante. En cambio no respetan la división de poderes, y aprobaron sin discusión, en pleno estado de alarma, la nueva ley de educación. El guion socialista, desde Zapatero, es tan simple como totalitario: eliminar el esfuerzo en la educación, enfrentar a los españoles y controlar con subvenciones públicas la cultura y los medios de comunicación.
Artículo publicado en Las Provincias