La evaluación de las personas no puede ser cuantitativa porque lo intangible no es medible.
Es verdad que lo que no se evalúa se devalúa porque la dejadez y el desorden difícilmente colaboran; pero una evaluación equivocada puede causar catástrofes profundizando en la mediocridad creyendo que se busca la excelencia.
Las ideologías totalitarias imaginan contradicciones entre poblaciones donde la mayoría oprimida por una minoría opresora será salvada por sectas que reclaman el poder. Las políticas prácticas para conseguir sus fines se traducen en valoraciones (evaluaciones) de personas. Muchas personas no necesitan demostraciones para convencerse de algo, basta que le repitan el mensaje suficiente número de veces por medios accesibles. Otros, con el sueldo seguro, obedecen por norma, no se preguntan nada sobre lo que hacen.
Lo que sí necesita más explicaciones es para demostrar falacias. No sólo desde la implantación de una ideología falsa hasta su refutación puede pasar bastante tiempo, causando enormes daños, revoluciones, guerras, dictaduras. Después también, porque quien ambiciona el poder no busca la verdad, le basta negarla, y obligar por la fuerza o por la mentira a una población sometida o adoctrinada. Millones de muertos causadas por dictaduras, de personas desplazadas huyendo para poder vivir, o para que no las maten, son testimonio.
Un amigo puede regalarte algo porque te quiere. Pero si alguien regala algo a muchísima gente, seguramente los necesitan más que los quieren, y habrá que preguntarse ¿por qué? , ¿para qué? Un bien esencial es aquel necesario para vivir. La educación universitaria pública (UP) no es esencial, pero al estudiante paga un 20% de su coste real. Muchas personas pagan impuestos y no usan la UP. Peor aún, los impuestos de ciudadanos pobres que no usan la UP financian la instrucción universitaria de familias que podrían pagar más, o incluso ricas.
Los socialistas alegan que fomentan la igualdad de oportunidades, independientemente de que el título no sirva para emplearse, ni para formarse libremente, sino para lo contrario, para adoctrinarse. No hay oportunidad de prosperar donde no hay exigencia, la diferencia se observa en la dificultad.
Carlos Marx (1818-1883 ) era universitario comunista, tenia la ideología publicada en el Manifiesto Comunista en 1848, y después estudió economía para justificar su ideología comunista. Es el modo incorrecto de estudiar, la investigación de confirmación. Si lo que quieres confirmar es falso, toda la investigación es desechable, inútil. El Capital de Marx es falso, desechable. Marx sostenía que el trabajador es explotado por el empresario.
Sin trabajadores no hay bienes, es verdad, pero sin un espacio físico, electricidad, tampoco. El gran error marxista fue creer que aparte de los costes materiales, la cantidad de trabajo es lo que determina el valor de un bien o servicio. Olvidó tener en cuenta que falta una componente importante, la necesidad o deseo de poseer el bien, o consumir el servicio. Eso no depende de la fuerza de trabajo, depende de la opinión del cliente, del deseo de consumir ese producto, que es diferente de unos a otros.
En consecuencia no hay valor objetivo ni del bien ni del trabajo invertido. Si no hay valor objetivo, no puede haber explotación. El salario es pactado libremente pero no existe el salario objetivo. Si el trabajador reclama que es explotado porque el empresario gana mucho, también podría reclamarlo quién le suministró el local o la electricidad.
El valor añadido procede de lo que el empresario decide hacer con todos los ingredientes para producir el bien o servicio. Además, el empresario se arriesga a que los clientes no elijan comprar sus productos y se arruine. Cuando se arruina, nadie viene a decir que contribuyó en su ruina.
Todo cambia y la universidad también, así que voy a hablar de la universidad pública española (UP) de las dos últimas décadas.
Las ciencias de la naturaleza merecen cierta confianza, a pesar de su provisionalidad una teoría científica se acepta hasta que se cambia. Al estudiar comportamientos de fenómenos naturales es más fiable, pero de las ciencias humanas hay que ser particularmente escéptico . Aplicar el método científico al comportamiento humano ha llevado a grandes tragedias, guerras, revoluciones, dictaduras.
La ideología marxista se fundamenta en la teoría de la explotación y un principio (hipótesis) económico falso: Los bienes o servicios tienen un valor objetivo, medible. No existe el valor objetivo de los bienes o servicios humanos en una economía libre de mercado, todo es subjetivo. No se puede medir el deseo diferente de cada consumidor, y en cada momento.
No se puede valorar el precio de un bien solo por magnitudes medibles como coste de materiales, o el tiempo de trabajo, sino que existe la componente intangible fundamental de necesidad, deseo de consumir el bien o servicio, la demanda. Un tipo de ropa, un viaje, la enseñanza, el tabaco, tiene componentes de coste materiales y medibles, objetivas, pero no las ganas de consumir el bien, que varían del deseo o necesidad de consumir el bien.
Al no existir un valor objetivo del bien producido, no lo hay del factor trabajo y por tanto no cabe afirmar que haya explotación del trabajador. Toda la ideología marxista se fundamenta en esta mentira que utiliza el marxismo para dividir la población en explotadores y explotados.
Este descubrimiento se debe a la escuela austriaca de economía fundada por Carl Menger en 1840, solo se enseña en una UP de Madrid, aparte de otras privadas. En el resto se enseña economía basada en el valor objetivo de los bienes, condiciones de equilibrio, que son hipótesis falsas en una economía libre de mercado, que solo serian aplicables en una dictadura comunista donde no hay iniciativa privada, ni libertad de elección.
Investigar es buscar la verdad, solo hay dos maneras de intentarlo. La investigación de confirmación y la de la humildad, de la lentitud. En la primera se parte de una idea inicial de la respuesta y en la segunda uno acepta que no sabe la respuesta. Si uno intenta la vía de la humildad se asombra de que la respuesta de la investigación suele ser contra-intuitiva, es decir, diferente a lo que parecería esperable.
La UP y las políticas públicas cuantitativas provocan que se practique la investigación de confirmación y nunca produce innovación, no hay reto, desafío, riesgo. Normalmente la respuesta a la investigación lenta, no confirma la hipótesis inicial, pero no se practica. Aceptar que la hipótesis es falsa ni se acepta, que en el tiempo del proyecto no se ha llegado a una conclusión, se valoraría negativamente. Entonces se oculta, calla y miente, si hace falta. El sistema quiere resultados, aunque sean inútiles.
En la segunda, la investigación lenta, uno acepta que no sabe, acepta que se puede sorprender. Se debe dedicar a estudiar toda la historia sobre el asunto, puede que miles de casos, hasta que puede llegar de múltiples situaciones diferentes, entonces se puede formular una hipótesis, y confirmarla con datos, hechos. El tiempo es indeterminado, puedes necesitar una década. Este último tipo de investigación es la que puede aportar realmente novedad e innovación, y no practica nadie en la UP porque tienes que demostrar cantidades de resultados cada año.
La instrucción pública tiene una enorme influencia francesa de contenidos socialistas y una total ausencia de contenidos liberales ingleses y de la escuela austríaca. Los profesores no pueden enseñar lo que ignoran. Por eso, los titulados españoles quieren ser funcionarios, todo lo que les enseñan es objetivo, seguro, pro-público y socialista. Ningún subjetivismo es planteado, no se admite dudar, el alumno solo aprende certezas, siempre falsas en lo que a las ciencias humanas concierne.
Donald T. Campbell, enunció su ley en 1975, sobre la inconveniencia de cualquier evaluación cuantitativa de personas, afirmando que se degradará y generará resultados contrarios a los buscados. La búsqueda de atajos morales corromperá la evaluación cuantitativa. Las leyes, normas, políticas deben suponer que alguien intente burlarlas y que no pueda. La metodología cuantitativa basada en métricas y rankings degrada la política científica pública desde hace dos décadas.
La evaluación de la actividad docente e investigadora de una persona, en base a cantidades, ya sea de publicaciones, encuestas, libros, la llamada acreditación, significa que hay un valor objetivo para el profesor docente e investigador (PDI) en base a cantidades. No existe tal valor objetivo. Un PDI puede ser mucho mejor que otro con menos cantidades y por debajo de ese umbral objetivo y falso. La universidad se ha llenado de mediocres (vitalicios) con el actual sistema de acreditaciones.
La mejor evaluación es la presencial juzgada por expertos, que elijan entre varios posibles candidatos presentes físicamente a preguntas : ¿Qué pretende enseñar, cómo y por qué elige estos contenidos?, ¿Cómo motiva al alumno?, ¿Qué retos plantea su investigación, a quién interesa y por qué? ¿Por qué es importante lo que usted ha hecho? Cuando se le hacen estas preguntas a alguien presente, y cuando se escuchan las respuestas, se distingue el grano de la paja.
Cuando se practicaban las oposiciones presenciales, antes de Zapatero, los miembros de la comisión que juzgaba los candidatos a una plaza se realizaban por sorteo en el cuerpo, y se decía que estos miembros sorteados eran manipulables. Quien pierde el concurso siempre se va a quejar. Bueno, al principio los sorteables sería una población pequeña, pero hace tiempo que son muchos, y manipularlos es difícil.
Por otra parte, si desconfiamos de personas que están en el cuerpo de sorteables porque puedan ser manipulables, ¿por qué tenemos que confiar en otro sistema alternativo que seguro que es malo?. A pesar de que se ha llenado la universidad de categoría inmerecida, que nunca deberían serlo, aún así, el sistema de la oposición presencial es mucho mejor que el sistema de acreditaciones telemáticas, donde no se tienen ni garantía de que el coautor de publicaciones con autores múltiples, es real. Ni si todas las publicaciones responden a la investigación de confirmación, y por tanto fungible.
Nada humano es objetivo sino subjetivo, no se puede evaluar con cantidades de productos medibles porque las cualidades más importantes son intangibles: humildad, generosidad, paciencia, empatía, curiosidad, voluntad de servicio, amplios conocimientos,….. No se puede objetivar al humano, tenemos espíritu, y lo espiritual es observable pero no medible. Olvidar esto es evaluar mal, reemplazando lo excelente por lo mediocre.