Una nación adormecida no puede defenderse porque no ve el peligro.
Somos un país envejecido, en la última década han decrecido un 40% los niños nacidos de madres españolas, la natalidad no se fomenta. Tenemos 9 millones de jubilados; 3,2 millones de empleados públicos, de ellos 1,5 de funcionarios, añadan pensiones no contributivas, y 3,36 millones de parados. Todos suman casi 16 millones de personas soportadas por el Estado, los contribuyentes privados apenas superan los 11,5 millones. Proteger a los parados sin proteger a las empresas aumentará los primeros porque algunas cerrarán. La situación es insostenible, los anuncios del Gobierno agravarán la situación, poniendo más impuestos, porque el consumo, la inversión y los ingresos fiscales están muy a la baja. Sin turismo, consumo bajo mínimos, el paro crecerá y las cuentas empeorarán. Por si faltaran problemas, la inmigración ilegal crece sin freno, sin proyecto de vida malviviendo como pueden. Los recortes forzados por el inevitable rescate van a ser lo nunca visto.
Situación ideal para implantar medidas totalitarias con una población asustada por la epidemia sanitaria y económica. Los comunistas encantados y Sánchez hará lo que le digan para continuar en el cargo. Lo increíble, por parte de la Unión Europea, es que no imponga reducir el gasto político-administrativo (un político cada 106 ciudadanos) en las condiciones del rescate, así como medidas de higiene democrática. La velocidad de convergencia al totalitarismo del Gobierno español supera a la de Chávez en Venezuela, y muchos distraídos no se quieren enterar.
En los próximos 6 años se van a jubilar muchos miles de empleados públicos, y lo que debería hacer un Gobierno sensato es pactar el no reemplazamiento de muchos de ellos hasta alcanzar un tamaño sostenible del Estado, y eliminar políticos. Si no lo hacen, pronto veremos cerrar o fusionar universidades públicas, porque sobran y están subvencionadas al 80% por el Estado. Todas las subvenciones clientelares del presupuesto deberían eliminarse y reducir el gasto público que no sea sanidad, educación y seguridad nacional.
El Gobierno dice que quiere salvar vidas y utiliza criterios científicos de «expertos», pero si así fuera, ¿cómo se explica que el IVA de las mascarillas sea del 21%, cuando muchas familias en situación de precariedad no las pueden pagar? Es una mentira mas, solo piensan en seguir en el poder. La soberbia exhibida por el presidente Sánchez, tras la decisión del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid, de no permitir confinar Madrid, se notaba mientras se manifestaba en Argelia, y su cabreo de arrogante hizo que convocara de urgencia un consejo de ministros al día siguiente, para que se note quién manda, a pesar de lo que dijera el juez. Confunden el país con su partido, y aplica el estado de alarma a Madrid, sin aprobación en el Congreso, teniendo Madrid mejores datos epidemiológicos que la Comunidad de Navarra, por ejemplo, donde los socios de Bildu decapitan estatuas del Rey y Colón en Pamplona. ¿Es legal? ¿Hay independencia de poderes? Este es el Gobierno que tenemos, que actúa contra los que no les votan. Actuando así, van a estar todavía mas tiempo sin gobernar Madrid, salvo que Ciudadanos, les apoye con otra moción de censura, que es la manera favorita de gobernar de este PSOE, que se atreve a decirle al PP y Vox que no gobernarán España. ¿Qué ocurre que ya saben lo que votarán los españoles, o es que no le piensan dar oportunidad? Que lo expliquen Iglesias y Lastra, que con lo que ignoran, parecen saberlo. No soportan que no ocurra lo que buscan, así de demócratas son. Para actuar contra los defensores de la iniciativa privada, sin que se note demasiado, piensan que somos tontos, el gobierno quiere aumentar el IVA de la educación y la sanidad privada, para que la subida de precio les impida que lo use la clase media, no los ricos, a los que le da igual la subida del IVA.
Lo peor de este Gobierno no son los datos catastróficos, es lo que no se puede medir: la dignidad y libertad de los españoles. Blas de Lezo dijo: «una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden».
Artículo publicado en Las Provincias